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Horror Tales: The Beggar

De los excelentes solo-dev que hay en nuestra industria, Carlos Coronado probablemente sea el más atípico. No desarrolla videojuegos arcade, en píxel-art o juega con la nostalgia; su señal de identidad es la apuesta por la potencia técnica usando Unreal como motor y exprimir al máximo, dentro de sus posibilidades, las consolas actuales. Aunque en los últimos años se ha dedicado a trabajar el género del terror, confieso que el juego que más me ha gustado, y último que he probado, es Koral, un bonito canto de amor al mar y la naturaleza.

Este año ha publicado The Beggar, la segunda entrega de su saga Horror Tales, un juego que, adelanto ya -y spoileo todo el texto- no me ha convencido.

Las expectativas de un original juego de terror y ciencia ficción desarrollado en Unreal 5 se truncan en cuestión de minutos, lo que tardamos en descubrir que estamos ante un enorme pasillo que dura una hora y media del que sólo un pequeño número de situaciones generan interés. En ningún momento he comprendido qué es lo que Horror Tales: The Beggar pretende ofrecer al jugador; parece querer tocar muchos palos, pero carece de profundidad en todos ellos.

Por un lado, el protagonista cuenta con poderes telequinéticos que le permiten alzar y lanzar objetos, habilidad útil para superar obstáculos y combatir. ¿El problema? Que los obstáculos son casi siempre puertas cerradas que hay que romper y el combate se limita a coger objetos como sillas, carritos o bloques, apuntar al enemigo y lanzarlos; algo que ni siquiera es satisfactorio debido a unas físicas y un sistema de colisiones terrible. Por suerte, la mecánica de combate se limita a un par de enfrentamientos contra un jefe final con un diseño bastante genérico -decepcionante, teniendo en cuenta que es la portada y epicentro videojuego- y cuatro o cinco perros que tampoco nos van a preocupar mucho porque lo normal es que se queden bugeados en algún punto del escenario antes de atacarnos.

Más interesante es el poder de modificar el tiempo atmosférico o alternar entre el día y la noche. Gracias a estas habilidades podremos, por ejemplo, hacer que llueva para inundar algunas zonas, hacer que anochezca para poder atravesar desiertos o alterar la disposición de los elementos del escenario. Aunque es, de lejos, lo mejor que ofrece Horror Tales: The Beggar, mi impresión es que estas mecánicas se quedan en una buena idea desaprovechada ya que los puzles que hacen uso de ellas son tremendamente básicos y parecen estar ahí sólo para alargar ligeramente la experiencia.

Tampoco la atmósfera de terror termina de involucrar o envolver al jugador. La historia nos posiciona en un mundo al borde del colapso debido una catástrofe del pasado relacionada con un vino llamado Banydebosc -entiendo que todo esto se explica en la primera edición de Horror Tales: The Wine– y controlamos a un superviviente que, con ayuda de un robot malhablado, debe ponerse a salvo.

La parte que, en teoría debe poner en tensión al jugador, se nos presenta al descubrir una especie de Némesis que nos persigue y ataca en determinados puntos del videojuego. Hay que conceder a Carlos Coronado la valentía de proponer un juego de terror que se aleje de lo manido del género (mansiones oscuras, cloacas, bosques, etc.) y lo combine con toques de ciencia ficción para hacernos recorrer grandes desiertos y saltar por plataformas volantes que desafían las leyes de la física; pero no hace honor a su propio nombre: en ningún momento logra transmitir horror o incomodidad al jugador, con la excepción de un par de básicos jumpscares.

Sí funciona -relativamente- en su pretensión de abrumar visualmente al jugador, especialmente en escenarios como el inmenso desierto o fases en las que jugamos con el tiempo atmosférico o las horas del día. He disfrutado particularmente algunas fases en las que, controlando los cambios temporales, hay que saltar por diferentes plataformas volantes y tendremos a la vista un precioso y desolador panorama de destrucción y caos. No obstante, estos momentos se alternan con escenarios interiores pasilleros de poco interés.

Con todo, pese a que el foco se ha puesto claramente en aprovechar la potencia de Unreal 5, hasta el punto de que parece que el objetivo real era experimentar con el motor, Horror Tales: The Beggar no está exento de frecuentes y molestos problemas, como el popping. Por no hablar de que, al menos la versión de PS4, está repleto de bugs. Y no irrelevantes. Desde momentos en que el juego crashea, a escenarios en los que los objetos no se cargan impidiendo que el jugador pueda progresar, siendo el reinicio la única solución posible.

Dado que la fuerza del juego era, claramente, buscar apabullar mediante lo visual, no puedo dejar de pensar que habría sido mejor dejarlo en un Walking Simulator en lugar de rellenar el juego con mecánicas de puzles y combate que, o pecan de básicas o están mal implementadas. En definitiva, la tercera parte de Horror Tales no lo tendrá difícil para superar a su predecesor.

Conclusión

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Autor

Pese a mi continua obsesión con la literatura, los videojuegos y el deporte, logré acabar mis estudios de filología. Resido en Italia y adoro la pizza.

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