Esta es la historia de un joven zaragozano (de la Zaragoza profunda, ese barrio La Jota en la márgen izquierda), que un día, en vez de ir a clase de diversificación donde enseñan a hacer fotocopias para obtener un certificado y así poder trabajar, decide hacer pirola (lo que en otros mundos de dios significa hacer campana o faltar a clase) e ir a echar un futbolín con sus amiguitos.