Está claro que uno de los grandes atractivos de los videojuegos es que, al menos para mí, ofrecen una manera muy única de reconectarnos, de una forma u otra, con las grandes historias de la tradición narrativa. Sobre todo, teniendo en cuenta que la jugabilidad es su sello distintivo respecto a otras disciplinas artísticas. Como medio, el videojuego alberga un gran potencial a la hora de reformular las narrativas que ha heredado de sus predecesores. Y, además, ofrece la gran oportunidad al usuario de ser partícipe, de un modo directo, de tal o cual acontecimiento. A partir de ahí ¿qué ocurre durante esa conexión que, para algunos, entre los que me incluyo, resulta tan mágica? Más allá de eso, ¿por qué las historias y su narrativa resuenan tanto en el imaginario colectivo? Sea pues, de todo eso y más versa, precisamente, el fantástico ensayo Construir el Infinito.
El libro viene de la mano de Sergio Tur Joya. Cabe señalar, antes que nada, que el autor es periodista especializado en el campo audiovisual y, asimismo, ha escrito para distintos medios digitales especializados como Gamereactor o la revista en papel Manual. Hoy por hoy, Sergio Tur trata de conciliar el Doctorado en Periodismo con estudios especializados en filología y la dirección del programa de radio El Batallón Pluto (disponible en IVoox), un espacio centrado en la divulgación del videojuego. Y a pesar de que la obra está editada en formato físico, con un diseño bonito y aparentemente bien cuidado, no he tenido el placer de leerla de tal forma. En contraposición, he realizado el análisis llevando a cabo la lectura con el borrador digital. De hecho, todas las imágenes en la presente reseña forman parte del contenido promocional del ensayo.
Estructuralmente, Construir el Infinito nos invita a recorrer la interesantísima relación ―a veces sutil― entre las historias, los componentes típicos de la narración y los videojuegos. Partiendo de esta conexión, en cada capítulo se trata un aspecto referente a las historias (por ejemplo, la narración monomítica, la función de los personajes o el uso de los arquetipos en la ficción) y, luego, se analiza su presencia en distintos títulos con una fuerte voluntad narrativa como, a saber, el íntimo ICO de Fumito Ueda, el robusto Zelda, el desafiante Metroid, el complejo Kingdom Hearts o la fantástica saga de Final Fantasy.
Sin embargo, cabe decir que los conceptos que el autor maneja se tratan de analizar, directamente, desde la óptica de los videojuegos. En el primer capítulo, por ejemplo, que trata sobre el arte de narrar, se examinan temas como la trillada estructura aristotélica. Pero el autor lo enlaza de un elegante modo con la idiosincrasia de la narrativa embebida y emergente. Además, Tur no deja de lado el papel que en ello puede desempeñar la disonancia ludonarrativa.
He de reconocer que es bastante placentero lo bien relacionadas y justificadas que están cada una de las explicaciones. Sumándole a ello la manera en la que se organizan a lo largo de cada bloque. Tur hace gala de un registro bastante claro, preciso y no demasiado complejo el cual permite abrirse a diferentes targets. Cada tema y explicación, pues, se complementan para tejer un hilo conductor de lo más cohesionado y sencillo de seguir para todos. Porque la obra, aunque tal vez pueda parecer lo contrario, no pretende ir más allá de exponer ciertas bases que, para muchos, quizá ya serán conocidas.
Y es que, al final, en el mejor de los sentidos, el libro se conforma con ejercer de manual de uso, tanto para iniciados en el arte de narrar historias como expertos en la materia. Por su parte, el subtítulo del libro ya pretende esclarecer los límites sobre de qué va el asunto, vaya: Introducción al diseño narrativo en videojuegos. Y para qué mentir: Construir el Infinito es más que virtuoso a la hora de cumplir su función; sin duda, es de los primeros destello que deja vislumbrar a quienes se aventuran en su contenido.
A lo largo del libro, ya digo, se hace referencia a conceptos que han caracterizado, para bien o para mal, la forma en la que pensamos, construimos y transmitimos historias. El viaje del héroe, los arquetipos y los estereotipos, la simbología, las tramas maestras… Constantemente se trazan puntos de unión entre toda esa herencia y la parcela que ocupan los videojuegos. Por ello, como decía más arriba, esto puede desembocar en un ritmo de lectura el cual puede llegar a hacerse ciertamente lento. Sobre todo para quienes ya dominen el susodicho glosario. No obstante, de igual modo concibo que puede resultar muy agradecido para quienes no conozcan demasiado ese maravilloso mundo.
Lo más interesante del asunto, tanto por formato como por contenido, se abre ante nosotros una vez traspasamos la mitad del libro. Los capítulos que conforman el último tramo son especialmente geniales. Concretamente por cómo Tur redirige el cauce hacia el ejercicio de analizar, entre otras cosas, las diferencias que hay entre arquetipos y estereotipos. A ello hay que añadirle que Tur también inspecciona, sin tapujos, las estrategias narrativas propias del videojuego, al igual que sus recursos. Se nota que, con todo, este último apartado está destinado especialmente a diseñadores y guionistas. Porque el libro esquematiza muchos de los puntos que se exponen en esta sección para que, posteriormente, sean de fácil consulta.
Asimismo, cabe resaltar que, en toda esta labor didáctica, hay espacio, como no, para la reflexión. Y Tur, por su parte, se asegura de compartir reflexiones de lo más ricas y sugerentes sobre el material con el que trabaja. Digamos que, por ejemplo, Tur afirma que no debemos olvidar, en ningún caso, el background que acompaña a las historias. Aun sabiendo que responden a las grandes preguntas que a un nivel inconsciente se desarrollan en nosotros. Como sabemos, en muchos casos, las historias, «son víctimas del tiempo en el que fueron creadas […], la moralidad no debe ser entendida como un prejuicio que daña la calidad del discurso, sino como un rasgo más que interpretar con la debida cautela y distancia critica».
Sea como fuere, lo cierto es que Construir el Infinito está sabrosamente pulido y talentosamente condimentado. Y no importa que, en términos generales, no alcance los mismos resultados que otros ensayos sobre videojuegos, quizá mucho más estimulantes. El libro cumple con aquello que se propone: todas las piezas están bien dispuestas en su sitio, las cosas como son. Sería injusto señalar que el libro carece de profundidad o ambición. Creo que, en fin, no queda otra que alegrarse de que algo así exista. Porque, así como yo, de pequeño, llegué a desear que un libro de estas dimensiones fuera posible, estoy seguro de que, aún hoy, habrá quien anhele una herramienta de este estilo. Sí, Construir el Infinito es tan versátil y robusto como una herramienta, y viene de perlas tanto para expandir el solar de nuestro conocimiento sobre videojuegos como para reforzarlo.
Autor
Escritor aficionado y artista frustrado. Apasionado por la filosofía y las buenas historias. Entusiasta de la narrativa y la estética. Mi obsesión por H.P. Lovecraft me trasladó al mundo del rol y, desde entonces, no puedo salir de él. «Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn».
