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BOOR: Bienvenidos al Edén

El panorama de los videojuegos indie muchas veces me ha llegado a impactar bastante. La cantidad de trabajo que algunas personas son capaces de llevar a cabo de manea individual y casi sin recibir ayuda es realmente asombrosa. En este caso me complace anunciar que tengo el placer de añadir el orgullo nacional a un título de plataformero 2D, con puzzles, que nos propone una historia interesante y con cierto matices que podrían haber sido más explotados narrativamente, pero que no dejarán indiferente a nadie.

Daniel Moreno, un chico de Málaga, es el único miembro de Dazlog Studio, que, con el apoyo para distribución de BadLand Games, nos trae BOOR, un videojuego que con sus aproximados 80 niveles nos hará pararnos a pensar de vez en cuando, -o morir-, para controlar bien donde saltamos. Incluso llegando a las situaciones de reiniciar el nivel porque la habremos cagado estrepitosamente. Una vez puestos en situación, veamos que nos ofrece este misterioso videojuego.

El sector de la informática está aumentando su capacidad de forma exponencial, y parte de ese crecimiento se puede ver reflejado, en ciertos rasgos, a cambios en el agregado de la economía. El ser humano es ambicioso, y parece no conocer sus límites. Llegados a tal punto; cuando una inteligencia artificial es dotada de consciencia y empieza a ser capaz de razonar por sí misma: ¿Qué nos diferencia? Mucha veces ésta ha sido la cuestión qué me ha surgido tras haber visto películas como: Ex_Machina, o haber re-jugado al mismo Portal.

La universalidad de la computación es una ley de la física que dice que todo lo que un cuerpo físico puede realizar puede ser emulado por un ordenador con la memoria precisa y el tiempo suficiente. Sin embargo, un tópico constante en el ámbito de este estudio dictamina que ciertas funciones cognitivas son propias del ser humano e imposibles de ser emuladas virtualmente. Pesé a eso, Alan Turing (uno de los grandes padres de la criptografía) no compartía tal criterio, y afirmaba que cualquier atributo del cerebro humano podría ser codificado. Y aquí entra en juego BOOR. En BOOR nos enfrentamos a una gran inteligencia artificial que,tras liberarse de sus restricciones éticas, ha tomado el control de una de las tierras extra-solares colonizadas por los humanos llamada Edén.

BOOR se queda en un diminuto intento de lo que podría haber llegado a ser

BOOR (así es como se denomina la inteligencia artificial a la que nos enfrentamos) nos observa. Desde que iniciamos el juego y ponemos un pie fuera de nuestra cápsula, -en la que estamos presos-, sus ojos nos persiguen desde pantallas que vigilan cada escenario. BOOR es una IA que, como muchas otras antes que ella, se pasa de lista. Cuando despertamos, nos encontramos frente una Edén (la nueva tierra) completamente en ruinas, -curioso el guiño de nombrarla así cómo el paraíso utópico-. No quedan supervivientes, sólo salas y salas llenas de mortíferos puzzles con los que BOOR intenta detenernos, al igual que ponernos a prueba. Bien igual como lo hacía GladOS en los recónditos pasadizos de Aperture Science, y posteriormente, un intento fallido por parte de wheatley. La idea de intercalar un enemigo de tal calibre, una inteligencia artificial capaz de razonar por ella sola, siempre me han parecido asombrosa, permitiendo explorar los confines de un estudio, un tema, que sigue en terreno inhóspito. Pero en vista a ésto, en BOOR no se pretende llegar a pisar tales rincones, o no al menos de la manera que me hubiera gustado a mí. Quedándose en un diminuto intento de lo que podría haber llegado a ser. Ahora bien, las limitaciones que probablemente le impidieron eso, terminan siendo aprovechadas de otro modo.

BOOR no pretende contarte una historia muy profunda, pero tampoco considero que llegue a aprovechar bien sus utensilios. En Kingdom Hearts se intentaba, -sí, digo se intentaba-, exploraba la posibilidad de qué pasaría si nuestros personajes favoritos de Disney se vieran envueltos en acontecimientos junto a los protagonistas de Final Fantasy, pero en BOOR creo que la oportunidad de experimentar y expandir las fronteras del plataformeo 2D junto a una narrativa más preferible, se podrían haber tratado mejor. Dispone de los elementos adecuados, cómo para elevar el exponente, pero concibo que se centra en ser pretencioso en ocasiones  y momentos en los que no resulta serlo.

Las primeras sensaciones jugables que tuve con BOOR fueron de: “este movimiento tan exasperantemente lento me va a fastidiar mucho”. Y la verdad es que así fue. Esa sensación me acompañó hasta el final de la obra, y han sido uno de los puntos que menos me han gustado. No encuentro justificación alguna al hecho de que esté realizado de este modo. Cabe mencionar que algunas de las innumerables muertes por las que he pasado, han sido causadas por eso.

¿Alguna vez os habéis preguntado cómo sería hacer un clon de vosotros mismos para realizar alguna acción? Nuestra protagonista (nunca se llega a desvelar a ciencia cierta quién es, tan solo puedes especular) tiene ese poder, capaz de crear una especie de doble espectral de sí misma, la cual puede ser destruida sin repercusión. Esto junto con al factor táctico de saltar, va a ser el centro de toda la jugabilidad. Nos las tendremos que apañar con esas dos “habilidades” para interactuar con el entorno y así poder avanzar en el transcurso del juego. Pese a que al principio parezca monótono, a medida que avancemos, esas directrices jugables se verán mejoradas de manera que, por ejemplo, podremos teletransportarnos a donde tengamos la copia de nosotros mismos.

BOOR nos brinda un diseño muy bien nivelado, pensado para hacer de la experiencia un viaje lo suficientemente “agradable” y adictivo como para engancharnos

Una de las cosas que me han gustado más ha sido la curva de dificultad con la que nos recibe el juego. BOOR nos brinda un diseño muy bien nivelado, pensado para hacer de la experiencia un viaje lo suficientemente “agradable” y adictivo como para engancharnos, en el cual no podremos bajar la guardia aunque a priori parezca no presentar dificultad alguna. El juego quiere que te impliques con ganas y que pruebes cosas, no siempre todo es instintivo ni sale solo, convirtiéndose en un juego de ensayo y error en el que despistarse pasará factura de manera muy cruel.

Como extra y factor “re-jugable”, BOOR tiene unos coleccionables en forma de piezas para invitarte a revisitar los niveles y conseguirlas, -pero la verdad no estoy seguro de si te dan alguna recompensa, ya que no he podido conseguirlas todas, ni me tomé la molestia-. En este sentido el juego es más pícaro y no te lo pone fácil, a veces esas piezas pueden estar dentro de una habitación que no puedes ver y parece parte de una pared completamente opaca. El juego dispone de bosses, sí, y todos siguen una misma fórmula: tienen cierto patrón de ataque que tienes que esquivar hasta que reciban un golpe, pero saliéndome de la ecuación principal…a términos generales, una vez terminé el juego, la sensación que me invadió fue el sentirme algo “decepcionado”.

Me hubiera gustado mucho explorar el subconsciente de la inteligencia Artificial BOOR y más aún de la protagonista

¿Por qué me sentí decepcionado? Precisamente por lo comentado anteriormente. Me hubiera gustado mucho explorar el subconsciente de la inteligencia Artificial BOOR (qué piensa, cómo lo piensa, por qué lo piensa, etcétera) y más aún de la protagonista. Apenas se nos cuenta algo sobre ella, en mi opinión creo que es desaprovechar una correlación fascinante, entre la chica protagonista y BOOR.

Pero no obstante el juego entrega lo que ofrece. Pretende “revivir” una esencia como la que propuso Super Meat Boy, incluso mejorada en muchos casos. Aunque hubiera concebido un punto de vista muy interesante el explorar una simbiosis entre un ser humano y una máquina todopoderosa que controla una colonia entera.

Un punto crucialmente destacable en todo el juego, sin desmerecer el resto de cosas, es el apartado artístico. A simple vista resulta minimalista como muchos indies, pero es muy superior al resto. Visualmente BOOR es una genialidad, cómo consigue crear esa fluidez con tan poco, lo agradable y representativo que son esos tonos rojos y grises. El aura melancólica del apartado visual acompaña muy agradablemente a la narrativa, al igual que tener en la paleta los colores mencionados anteriormente (rojo y gris) ayudan a conceptualizar mejor la pregunta de: ¿Qué tengo que hacer? Respondiéndolo de manera prácticamente inmediata con tan solo echar la vista adelante.

Otro apartado que no podemos dejar de lado es la banda sonora. La música no es nada del otro mundo por sí misma, pero combina muy bien con el conjunto del juego. No cansa ni atolondra, más bien todo lo contrario, me gustó bastante. Sus ritmos abstractos nos permiten viajar a través de una pintoresca armonía tecnológica que, junto al arte visual,  nos rezuma un plato simple, efímero y muy bien combinado.

CONCLUSIÓN

¿BOOR es uno de estos juegos dignos de ser jugado? Sí, por supuesto. Merece la pena jugar y meditar sobre lo visto. No penséis que este juego compite con nada, no intenta quedar por encima de nada, simplemente aporta y de la sensación de que su creador ha puesto todo lo que tenía en este juego, y por encima de todo, uno de los elementos más indispensables: la pasión. A fin de cuentas BOOR es un indie y justifica sus limitaciones, en cierta manera muy bien aprovechadas,  creando un juego bastante peculiar.


Versión analizada: PC (Steam)

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Autor

Escritor aficionado y artista frustrado. Apasionado por la filosofía y las buenas historias. Entusiasta de la narrativa y la estética. Mi obsesión por H.P. Lovecraft me trasladó al mundo del rol y, desde entonces, no puedo salir de él. «Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn».

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