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The Many Pieces of Mr. Coo – La imaginativa mente de Nacho Rodriguez al servicio del videojuego

No es la primera vez que me he visto defendiendo el videojuego como el octavo arte. Nada tiene que ver mi afición por un medio que es capaz de trasmitir —no solo diversión de una manera directa— sino todo un abanico de emociones, universos y momentos que perduran en nuestras mentes, al igual que lo consigue hacer el cine.

Si hasta entonces Gris era mi videojuego de cabecera a la hora de demostrar cómo el arte podía residir en un videojuego de una forma tan orgánica, The Many Pieces of Mr. Coo ha llegado para convertirse en un caballo de batalla más dentro de mi argumentario.

La obra de Nacho Rodríguez ha puesto su granito de arena para seguir demostrando como el videojuego puede tener muchas expresiones, fusionarse con diferentes técnicas artísticas y crear una obra que abrace varias disciplinas sin miedo a intentar sacar lo mejor de cada una de ellas.

Así es como The Many Pieces of Mr. Coo se muestra al mundo… o al menos así es como me ha llegado a trasmitir su original y alocado mundo.

La vida de Mr. Coo, frame a frame

De la mano de Gammera Nest conoceremos a un personaje de dibujos alocado, obsesionado en un primer momento con comer una manzana. Con una premisa tan sencilla como esta, la animación dibujada a mano ha decidido darle la mano al videojuego, otorgándole a la excelente mano de Nacho el foco principal de todo el videojuego, logrando insuflar vida a cuanto se atreve a dibujar.

Su animación nos transporta de lleno a los mejores recuerdos que guardamos en nuestra mente de series tan icónicas como los Looney Tunes o la Pantera Rosa. Estas influencias son una parte innegable de la columna vertebral que compone la animación y la narrativa del juego, donde tras cada paso que da nuestro protagonista, vemos la influencia alocada y surrealista de cuantas escenas presenciamos en nuestra aventura.

Para ello, Mr. Coo cuenta con la imaginación desbordante que se esconde tras cada trazo a mano de Nacho Rodríguez. La creación de todo el universo que rodea a Mr. Coo nace de su propia mente, expandiéndose a través de todos los elementos y detalles que nos vamos a encontrar a lo largo de todo el recorrido.

Sin duda alguna, este es el apartado que más destaca de todo el videojuego, o al menos es la razón por la que mucha gente se sentará delante del televisor para jugarlo. La animación dibujada a mano — frame a frame— convierte a Mr. Coo en una obra única; un delirio de originalidad unido a un derroche de imaginación, desplegados en nuestra pantalla con una facilidad pasmosa que maravilla con cada movimiento.

Trazos que cambian de forma. Universos imposibles que siguen sus propias reglas. Objetos que se transforman en otros diferentes en lo que tardamos en pestañear. Lo surrealista se fusiona con su propio universo utilizando transiciones tan fluidas que nuestros ojos aceptarán cualquier cosa que Nacho quiera inventar.

Eventos y acciones que tendrán una retorcida lógica, únicamente posibles dentro del ilógico mundo creado a partir de la parte más imaginativa de la mente de Nacho. Al fin y al cabo, acercarnos a Mr. Coo es asomarnos a un universo de locura desbocada.

Cuenta con reglas propias, que solo entenderemos si nos sumergimos entre las innumerables animaciones con las que cuenta el juego. Un trabajo artesanal puesto al servicio de la obra que intenta fusionarse con las mecánicas propias de un videojuego.

Jugando con una animación

The Many Pieces of Mr. Coo ha dado un salto muy valiente para intentar fusionar los videojuegos con la animación más tradicional. Muchos otros lo han intentado antes, aunque la propuesta de Nacho intenta ir un paso más allá. Además, creo que no se me ocurre un mejor género que el point & click para desarrollar el festival de imaginación que Nacho guarda entre sus trazos.

Ahora bien, esta aventura no es exactamente el point & click que muchos jugadores esperarían encontrar al pensar en un juego del género. Este error no es culpa del jugador —ni siquiera del desarrollador— sino del compañero de viaje que siempre ha ido de la mano de este género: las aventuras gráficas. Estos juegos de ingenio, conversaciones y puzzles siempre han sido el compañero de viaje inequívoco para desarrollar las mecánicas que envuelven a las aventuras gráficas.

Es por ello, que entiendo la confusión en muchos casos. Parte de los jugadores esperan de Mr. Coo una aproximación a las mecánicas vistas en este género, donde la recogida de objetos, los puzzles y las combinaciones para poder proseguir, son el motor jugable.

The Many Pieces of Mr. Coo sin embargo se aleja de forma radical de estas mecánicas, dejando un lado toda mecánica característica de las aventuras gráficas y basando sus mecánicas jugables a una simplificación del propio point & click. No es una aventura gráfica al uso, sino un point & click al servicio de la animación de Nacho; cuanto antes se acepte este hecho, antes se puede empezar a disfrutar de su propuesta.

Gammera Nest ha resuelto la infinidad de animaciones con las que cuenta el juego con una mecánica de ensayo-error, una suerte de Dragon’s Lair donde nuestra interacción con el entorno será la única manera de superar cada obstáculo que nos encontremos.

La verdadera dificultad reside en meternos en la mente del propio Mr. Coo y comprender que es lo que haría en cada situación. Será crucial para poder resolver cada escena y salir airosos de cada situación. Cuanto más alocada e imaginativa sea la acción, más probabilidades hay de que sea la correcta. Aun así, si fallamos, Nacho siempre se adelantará a cada ocurrencia que tengamos.

Todo —errores incluidos— tendrá una o varias animaciones que pondrá a Mr. Coo en situaciones de lo más cómicas y disparatas. Esta manera de anticiparse al jugador con animaciones específicas para ciertos eventos, es la muestra inequívoca de la magia como animador que posee Nacho. Sin embargo, ya que hablamos de la mecánica del juego, el bucle jugable puede ser la parte más floja de la obra.

Si bien es verdad que el point & click es el compañero perfecto para Mr. Coo, se echa en falta una complejidad mayor para muchos de los puzzles propuestos. Simplificar tanto la mecánica ha dado a lugar a una propuesta que se basa una y otra vez en probar combinaciones hasta que “algo ocurra”, siendo la mayoría de las resoluciones planteamientos mucho más básicos de lo que se nos pueda llegar a ocurrir.

En defensa del juego he de decir que -aunque se puede hacer repetitiva su mecánica hasta llegar a este punto- la parte final intenta proponer algo nuevo. Mecánicas que intentan romper la barrera del simple click de elementos, originando unas mecánicas divertidas y con un potencial muy grande que podrían haberse expandido y mejorado si el juego hubiese tenido una duración mayor. Sin embargo, cuando más a gusto nos encontramos con Mr. Coo, el juego nos muestra los títulos de crédito.

Señalar a un culpable no sería para nada justo. Un juego de estas características -donde cada imagen del juego está hecha a mano- tiene la duración que el tiempo y el trabajo ha podido otorgarlo. Esta característica propia del juego no quita la sensación de que Mr. Coo «sabe a poco», aún con todo el despliegue de imaginación que con encontramos en cada escena.

Se que es una queja egoísta, que el trabajo que hay detrás de cada segundo de juego es increíble, pero sinceramente: quería más de Mr. Coo. Quería ver cómo se adaptaba a otras mecánicas y cómo evolucionaban con todas las posibilidades que se pueden plantear en su base jugable. Supongo que tendremos que esperar a próximas aventuras o a un propio contenido extra del juego a posteriori para llenar ese vacío que nos deja la corta duración.

Por último, quiero añadir unas líneas para la polémica que ha levantado este juego en los últimos días. Desde mi experiencia —que no es la misma, ni de lejos, que han experimentado otras personas— jugándolo en su versión en Steam, el juego ha cumplido técnicamente durante su primer bucle. Sin embargo, en una segunda vuelta, el juego ha presentado algunos bugs menores —como animaciones congeladas o carga de escenas incorrectas— que me han hecho comprender la queja de parte de los jugadores. Son errores que se pueden resolver con una simple carga del juego, pero que sin duda empañan la experiencia global al jugarlo de principio a fin.

Por mi parte, si estás pensando en jugar a Mr. Coo, recomiendo la versión Steam, puesto que parece que es la que más pulida ha salido al mercado.

Recopilando las piezas

La sensación global que me deja The Many Pieces of Mr. Coo es la de haber disfrutado de una auténtica obra de arte. La magia e imaginación de Nacho Rodríguez siempre me ha maravillado, desde el día que conocí su propuesta en PlayStation Talents.

Detrás de cada animación —llevada en muchas ocasiones hasta detalles totalmente enfermizos— reside un cariño y un cuidado que le dan un toque totalmente especial a cuanto Mr. Coo se aventura. Esta propuesta animada me ha conseguido llevar hasta mi infancia, donde Tom y Jerry, los Looney Tunes o Los Autos Locos copaban mis horas de entretenimiento. Aquella animación la he podido contemplar en cada rincón de Mr. Coo, con tanta facilidad y familiaridad que he vuelto a aquellos tiempos.

Esta es, sin duda alguna- la mejor parte de una obra que aún teniendo sus más y sus menos, intenta darle la mano al apartado jugable e intentar fusionarse para ofrecer una buena experiencia. En mi caso, esta fusión se me ha quedado corta. No me malinterpretéis, considero que el point & click es el género correcto, pero ha sido simplificado tanto que se ha convertido en una mera excusa para tenernos con el mando en la mano hasta que Coo nos necesite, sin mucha dificultad en muchos de los tramos del juego.

Personalmente, hubiese explorado la aventura gráfica. Es el mismo caso que me ocurrió cuando Pendulo Studios se lanzó a crear una aventura basada en Blacksad. Sin embargo, tengo que juzgar el juego por lo que ha sido lanzado y no por el “que hubiera sido si…”

The Many Pieces of Mr. Coo es un despliegue de originalidad y creatividad que pocas veces había visto en un videojuego. El mundo que ofrece Nacho, junto al adorable Mr. Coo es una joya que se esconde entre la inmensidad de grandes propuestas dentro del indie.

Me quedo con ganas de más Mr. Coo. Me quedo con ganas de seguir viendo como Nacho puede sorprendernos con un lápiz y un papel. Da igual el formato. Mr. Coo tiene que seguir contando sus aventuras.

Autor

Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira.

Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos. De mayor quiero ser un gran pirata.

Adrián Fitipaldi

Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira. Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos. De mayor quiero ser un gran pirata.

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