Volver a la niñez gracias a los 16 bits
Hacía muchísimo tiempo que no jugaba a un RPG por turnos. De hecho no lo hacía porque no me llegaban de la misma manera que cuando era pequeño. Todos los juegos de rol por turnos que ponía en mis manos (algunos muy modernos) no me transmitían tanto como antes y no lograban engancharme. ¿Estaría perdiendo el gusto por las grandes y largas historias de este género que tantas alegrías nos dio tanto en los 16 como en los 32 bits?. Pero no suelo dejar que mis miedos se apoderen de mi y me lancé a la aventura con el primer episodio de EVERING, un videojuego creado por Javier F. Moares y Edgar Alcántar (Purpure Studio) y puesto a la venta en la plataforma digital itch.io.
Vamos a empezar hablando de las bondades que tiene hacer un Rpg con el motor “Rpg Maker” el cuál parece tener un gran repositorio de assets para que sus creadores puedan “agilizar” un poco más el trabajo. Esto lo convierte en una herramienta increíble para cualquiera que necesite contar una historia utilizando este gran género. Pero claro, también pueden hacer sus propios sprites y ahí reside la magia puesto que, a pesar de tener mucho ya fabricado, utilizarlo con gusto solo suele ser característica propia de muy pocas personas. EVERING ha optado por colocar una gran cantidad de detalles por todos lados y esto hace que nos metamos mucho antes en su historia y ambientación medieval.
Como si de un clásico de Square para Super Nintendo se tratase, EVERING nos cuenta una leyenda en la cuál había un villano horrible que quería destruir el mundo y un héroe que conseguía acabar con el mal. Pero el cuento que escuchaba el pequeño Eldar casi todas las noches decía que este malvado ser volvería a la vida pasados 300 años para cobrarse su venganza y destruir el mundo. La historia comienza con una pregunta ¿entonces es posible que vuelva el villano?. ¿Quién fue el héroe que le plantó cara?.
Nosotros tomaremos el control de el príncipe de Onnya, Eldar, quien vive con sus abuelos en la corte. Comenzamos en un tren camino a una población junto con nuestra “aya” llamada Lue. El objetivo del protagonista en EVERING es encontrar, sea como sea, el lugar de origen de ese héroe del que se hablaba en la leyenda. Para ello buscará hasta en los lugares más extraños de planeta si hace falta.
Jugablemente EVERING es un clásico de clásicos. Un juego de rpg por turnos donde no falta de nada. Todos los objetos reconocibles de otros tantos juegos del género como lo son las pociones o los brebajes para reponer tanto puntos mágicos como puntos de talento. Los talentos de cada personaje son sus habilidades especiales las cuales podrá usar tras acumular puntos de talento. Cada uno de los personajes está bien diferenciado y , contando con los 3 que podremos controlar, tendremos un buen número de habilidades especiales en este primer episodio.
En EVERING se cuenta la historia de Eldar, príncipe de Onnya, que está obsesionado con encontrar el origen del héroe que aparece en una leyenda. Ha invertido su vida en ello, olvidando a menudo sus deberes reales. Estamos ante un tópico ya que es el típico príncipe que quiere escaparse de palacio para buscar al héroe del cuál le hablaba su abuelo noche tras noche. Su Aya, persona que custodia al príncipe y lo mantiene a salvo, le acompaña en su viaje y es ahí donde ya empezamos a sufrir las consecuencias. Al principio Eldar estará indefenso y ella nos salvará el cuello durante una parte de nuestra historia pero luego conseguiremos una espada y ya podremos hacer frente a los peligros.
Lo que me ha dado mucha pena es que EVERING no cuente con un mapamundi para desplazarse de un lugar a otro. Esa característica propia de los videojuegos del género que nos da la libertad de movernos por un gigantesco mundo es algo que, sin duda, daría mucha solidez al mundo del que nos habla. También hay que decir que, aunque no tengamos esa experiencia maravillosa de salir al mundo exterior en otra perspectiva, el juego se encarga de regalarnos cinemáticas con el mismo motor gráfico donde nos cuenta parte de la historia a través de unas conversaciones que siempre dan alguna pincelada sobre la trama que rodea al héroe y el viaje del príncipe.
RPG Maker tiene un poco de todo para que los creadores den rienda suelta a su imaginación y, desde lejos, se ve que EVERING es un claro ejemplo de trabajo duro. En cuanto a narrativa nos consigue sorprender con un par de giros interesantes y la manera en la que los personajes hablan es coloquial y muy amena. Hacen chistes graciosos y eso consigue que nos podamos meter más en el papel de príncipe rebelde. El juego utiliza alguna que otra mecánica de exploración en la que interactuaremos con el entorno proponiendo así, unos momentos de puzles que nos dan algo de variedad durante nuestras incursiones a ciertos lugares.
Algo que si que me ha gustado es que EVERING propone una mecánica muy interesante que afecta a algunos enemigos como lo es el símbolo de la custodia. Este símbolo hará que el enemigo sea inmortal y que la única manera de que nos deje en paz sea la de no atacarle. Eso si, a mi solo me ha aparecido una vez durante la partida por lo que, en este primer episodio, no está explotado. Quizás tengan más ideas para ello el los siguientes.
Conslusiones
Técnicamente es un juego de 16 bits que recuerda a las clásicas aventuras de Super Nintendo. EVERING tira de nostalgia para contarnos el principio de lo que tiene pinta de ser una grandísima historia pero nos deja muy fríos en cuanto acaba el capitulo (5 horas me ha durado a mi) puesto que te deja con ganas de más. No es mal comienzo para una trama pero si que se queda algo escasa y no explota ciertas mecánicas que pueden darle un toque distinto frente a otros juegos del género. Aún así, por el precio que tiene, merece la pena adentrarse en su mundo y disfrutar de una aventura clásica-moderna con mucho estilo. Las músicas se os van a pegar cosa mala.
Autor
Hermano menor. Padre orgulloso de que su pequeña adore también los videojuegos tanto como yo. Cuando me dejan y la vida me lo permite escribo sobre videojuegos en DeVuego y anteriormente en Comunidad Xbox.
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