Ficha técnica
- Desarrollador y Editor: Roberto Luquero
- Fecha de Lanzamiento: 14 de marzo de 2025
- Plataformas compatibles: PC (Steam)
- Idiomas: Inglés
- Género: RPG, Simulación, Criaturas, Indie
Lo primero que pensé al ver Dipets fue: “¿Un juego de cuidar mascotas pixeladas en pleno 2025? ¿Esto no lo había probado ya en 2001 con un Digimon que siempre se me cagaba encima?”. Y no lo digo como algo negativo, ojo. Me puse a jugar un rato y sí, resulta que Dipets es un juego en 2D con vista cenital, pixel art y ese regusto a juego que ya has jugado y acabó creado una leyenda.
Y aunque ya llevo unos cuantos años acumulando horas de juego en la chepa, hay títulos que no se olvidan tan fácilmente. Dipets, en el fondo, se siente como ese primo indie, simpático y sin licencias millonarias, del mítico Digimon World de la PS1. Una especie de sucesor espiritual, de esos que no sabías que necesitabas… hasta que a alguien se le ocurrió que podría estar chulo, recuperarlo y hacerlo a su manera.

¿Qué narices es un Dipet y por qué ahora tengo uno?
Podría deciros que Dipets es una compleja historia sobre salvar una aldea usando el poder de la amistad. Y oye, no os estaría mintiendo. Pero también os podría decir —con la ceja arqueada y una sonrisa cómplice— que toma prestadas varias cosas de Digimon World. Su historia, por ejemplo, entre otras.
Para los más despistados, la cosa va así: nuestro protagonista es absorbido por su videoconsola. Literalmente nuestro juego pixel art de pronto se convierte en un simulador de VR con nosotros como eje central (ojo, ya me gustaría a mí que me pasase con muchos de mis juegos… salvo que toque un Boss y se ponga en modo souls).
El lugar se llama Pixel City. Aunque llamarlo ciudad es ser muy generoso: hay una casucha, un gimnasio… y poco más. Y aunque esto podría ser el paraíso para algunos, el alcalde no está exactamente encantado con el asunto. Así que nos encarga una misión: encontrar a los Dipets, unas criaturas que andan desperdigadas por el mapa, convencerlas (a base de combates, encargos…) y traerlas de vuelta para devolver la ciudad a su antiguo esplendor.
Vamos, que nos ha tocado hacer de terapeuta, entrenador, urbanista y alguna que otra cosa, todo en uno. Lo típico.
¿Y a esto cómo se juega?
Al igual que en el juego al que intenta parecerse, Dipets se basa en la relación con tu criaturilla. No basta con subirlo de nivel a base de combates: te tocará entrenarlo, mimarlo, alimentarlo, llevarlo al baño… lo que se dice hacer de niñera. (Si tenéis hijos, saltaros la parte de los combates y todo irá bien). En esencia, es un RPG dentro de un Tamagotchi, así que no olvidemos la parte de RPG, donde tendremos que avanzar por un vasto mundo realizando recados y misiones.
Los combates tienen los comandos típicos de RPG por turnos: atacar, defenderse, moverse, usar objetos, etc. Pero con la gracia de que todas las habilidades tienen un tiempo de recarga, y de que si has cabreado a tu Dipet, este puede optar por no hacerte caso (como pasaba en Pokémon si te pasabas de nivel). Por cierto, también evolucionarán con el tiempo (cuando he dicho que cogía las bases de Digimon no era una broma).
La exploración, por otro lado, es muy sencilla y consta de distintos biomas con diferentes mapas dentro de ellos. En estos podremos encontrar combates u objetos, que nos servirán para los combates, minijuegos o para avanzar, ya sea en misiones o en el propio escenario.
Y sé que habéis levantado una ceja con lo de minijuegos… Dipets opta por hacer los entrenamientos del gimnasio algo más amenos, haciendo que cada tipo de entrenamiento esté asociado a un minijuego diferente. Si no haces nada, no subirás de nivel; si lo haces muy bien, subirás algún punto extra de esa estadística. También tenemos minijuego de pesca —ese nunca puede faltar.
¿Y qué tal el envoltorio?
Como ya hemos mencionado por encima, el mundo está repleto de biomas y zonas muy diferenciadas. Y aunque todo está hecho en pixel art, hay áreas muy cuidadas, especialmente los interiores, que tienen un nivel de detalle bastante trabajado.
Es un juego que se siente tranquilo y no agobia. En este sentido, es bastante más relajado que el título en el que se inspira, dándonos más margen para explorar y perdernos sin la sensación constante de estar liándola.
Hay muchos Dipets repartidos por el mundo, pero aquí se nota que el desarrollo es obra de una sola persona: el diseño de criaturas es… curioso. En esencia, son cabezas de animales. Tenemos monos, vacas, abejas y algunas otras cosas difíciles de clasificar, pero todos comparten ese concepto de “mezcla entre slime y cabeza flotante”.
Aun así, pese a lo raro del asunto, cada Dipet tiene su propia historia. Como en el juego original, cada uno cumple una función dentro de la ciudad, desbloqueando nuevas funcionalidades y tiendas que nos ayudarán a mejorar en futuras exploraciones.

Un indie muy indie
Dipets es un juego muy muy indie, y eso no es malo per se… pero en este caso creo que le pasa factura, y os cuento. El tema es que Dipets intenta recrear la experiencia de Digimon World, un juego que con los años se ha convertido casi en leyenda, pese a que en la región PAL salió roto y era prácticamente imposible completarlo. El que más o el que menos ha oído hablar de él, y eso —como suele pasar— genera comparaciones. En este caso, odiosas.
El estilo 2D le resta espectacularidad respecto al título original, recordando más a un juego de navegador de aquellos que encontrábamos en páginas de minijuegos. Lo mismo ocurre con el catálogo de criaturas: al no contar con una licencia conocida, se pierde ese impacto inmediato de ver un bicho y reconocerlo. Aquí todo es nuevo, para bien y para raro.
Es el típico juego que apetece probar a ratitos, tirado en la cama. De hecho, lo arranqué en la Steam Deck y… parecía que sí, pero no. El juego solo se puede controlar con teclado, y cuenta con pocos atajos de menú (ninguno más bien) o facilidades. Para muchas gestiones tienes que entrar en varios menús, y en ocasiones ni siquiera ves cómo afecta lo que haces al estado de tu Dipet. Aquí sí creo que una mejora en calidad de vida —algún acceso directo, y una barrita visible de hambre, vida, etc.— ayudaría mucho a hacerlo más amable con el jugador.
Eso sí, hay que tener en cuenta que todo esto lo está haciendo una sola persona, y que la versión 1.1.0 ha salido hace nada, añadiendo nuevos biomas y más contenido. Así que sabemos que su creador, Roberto Luquero, sigue trabajando activamente en el juego. Y eso siempre es buena señal.
Conclusiones
El juego es entretenido y te va a recordar mucho a aquel otro título, y aunque eso parece una ventaja, en realidad le acaba pesando. Tiene muchos sistemas implementados y una buena base con la que ir jugando y creciendo, pero creo que en este caso habría venido bien pegar un volantazo con la fórmula y apostar por algo más propio. Que recuerde, sí, pero que no te haga estar todo el rato pensando en lo poco que se parece al Digimon de cuando eras crío.
Autor
Sanitario de amplio espectro con más cafés que turnos, diseñador de videojuegos en fase alfa (y en modo pausa), y papá reciente a tiempo completo.
Lo demás, sinceramente, puede esperar.