Leer a Jorge Luis Borges debería ser obligatorio en cualquier escuela. Sus relatos cortos nos hablan de la vida y de la muerte, de lo efímero de la existencia humana y lo inabarcable del universo; del amor, el infinito, la nostalgia, el recuerdo y los sueños. Un escritor con una precisión y maestría extrema en el uso del lenguaje del que se podrían editar tomos con sus frases célebres. Una página de Borges equivale a cien de casi cualquier otro ser humano y terminar de leer uno de sus textos es comprender el concepto de genialidad. Uno de sus relatos más famosos es La Biblioteca de Babel, un cuento con tintes de ensayo filosófico en el que se juega con la idea de que el universo es una biblioteca infinita en la que todo lo que que puede ser, ha sido o será ya está escrito, el cual sirve de inspiración y da nombre al videojuego que tratamos hoy: The Library of Babel, de Tanuki Games Studio.
En la Biblioteca de Babel de Borges se nos describe un universo comprimido en una biblioteca, la cual tiene libros, todos diferentes, de 410 páginas compuestas por la combinación de 22 letras, puntos, comas y espacios. Toda combinación de esos 25 caracteres está en la biblioteca, por lo que todo lo posible ya está ahí y nada que podamos concebir será nuevo. El Quijote, la Divina Comedia, este análisis de The Library of Babel o la historia de tu vida son textos ya escritos y presentes en alguna estantería de la Biblioteca de Babel, aunque la probabilidad de que alguien los localice es, por estadística, cercana a cero.
Pasemos del libro al videojuego. Saltemos al futuro, concretamente a 20.000 años después de la extinción de la humanidad, a una sociedad robótica que poco o nada sabe de sus creadores. Todo cambia debido al descubrimiento de dicha Biblioteca, cuya mera existencia parece llevar a la locura a todo aquel que intenta atravesar su umbral.
Pese a situarnos veinte milenios en el futuro, la sociedad no es precisamente el culmen de la tecnología y se asemeja más a un apocalipsis distópico asentado sobre las ruinas de la antigua humanidad y habitado por robots con tradiciones tribales. La aventura acontece en una pequeña colonia establecida en plena jungla mesopotámica, a la que llega Ludovik, un robot de la categoría Buscador. En dicha colonia reina el pánico debido a una serie de crímenes cometidos por una secta comandada por el Coronel Kabor, un robot enloquecido.
The Library of Babel tiene un inicio muy policíaco. En los primeros compases del videojuego un sangriento crimen tiene lugar y nuestra misión, a lo largo de casi toda la aventura, es la de localizar el paradero del responsable. Es bajo esta premisa argumental donde subyace todo el contexto que nos irá dando los trazos de lo que realmente sucede en la colonia. Descubriremos que la locura del coronel no ha surgido de la nada y que la Biblioteca de Babel, siempre presente en la narración pese a que nunca la visitaremos, parece ser el origen del caos.
La excelente base argumental de The Library of Babel no tendría tanto efecto si no fuera por su apabullante apartado gráfico. Difícil no maravillarse con los detallados escenarios dibujados a mano. Nos basta el primer nivel para hacernos una idea del ambicioso trabajo de los artistas del estudio: una jungla oscura que Ludovik debe recorrer para llegar a la colonia. La frondosa vegetación, que con frecuencia llega a ocultar a nuestro personaje, sumada a la grisácea paleta de colores que predomina, nos da la sensación de estar atravesando realmente la jungla y nos anticipa lo oscuro del argumento al que nos enfrentaremos. También el apartado sonoro, más por los efectos y el sonido ambiente que por la música, contribuye notablemente en la construcción de una atmósfera de desolación y soledad que rápidamente envuelve al jugador.
Muchos de los escenarios en realidad son similares, como las cuevas, cloacas o ruinas, pero The Library of Babel se las ingenia para que percibamos cada nivel como novedoso, gracias principalmente al excelente uso de la iluminación del que hace gala. Ya sea la azulada luz de la luna llena, el rojo de una puesta de sol, el verde de un alcantarillado contaminado o el carrusel de luces de la ciudad; la iluminación impregna el escenario, creando un juego de luces y sombras fascinante con el que será imposible no detenernos para tomar unas cuantas fotos.
El buen hacer de los desarrolladores con el diseño, ambientación e iluminación del mundo, por desgracia, no lo encontramos en las físicas. Las animaciones de Ludovik y su interacción con el entorno no son todo lo fluidas que sería deseable, aspecto que notaremos muy pronto: en cuanto Ludovik tenga que aferrarse a algún borde del escenario, saltar entre plataformas o subir y bajar escaleras. Esta aspereza en los movimientos no supone un problema durante gran parte de la historia, ya que el plataformeo del juego es sencillo y parece funcionar como acompañamiento para el resto de mecánicas.
El problema llega en el último tercio de la aventura, cuando The Library of Babel busca aumentar en complejidad y propone plataformas que exigen al jugador una precisión para la que el propio videojuego no está preparado. En este punto sufriremos colisiones inexistentes, injustas caídas al vacío e incluso lag input a la hora de saltar o agacharnos, convirtiendo gran parte del clímax en una experiencia frustrante que, muy a mi pesar, emborrona el global de un videojuego notable.
Mejor implementadas están las demás mecánicas del videojuego. Por un lado tenemos un fuerte componente de aventura gráfica. En la colonia hablaremos con muchos NPCs que nos encargarán las tareas típicas del género: encontrar una herramienta, recuperar un objeto perdido, buscar un dron en plena selva, etc. Los objetos que localicemos se almacenarán en un inventario y tendremos que combinarlos entre sí, usarlos con el entorno o entregarlos a los NPCs.
La dificultad radica en localizar los objetos y no tanto en identificar su función puesto que la jungla y montañas que rodean la colonia están repletas de cuevas secretas, pasadizos y recovecos. The Library of Babel no tiene piedad: más nos vale explorar bien cada escenario porque si pasamos algo por alto es posible que tengamos que volver a superar algún que otro nivel -lo cual, debido a los controles puede no ser demasiado placentero- para recuperarlo. Hablo por experiencia, hacia la mitad del videojuego me he atascado de mala manera y he necesitado varias horas -y ayuda del gran Jon Shepard– para encontrar el objeto que me faltaba. Al final, su ubicación era obvia, pero por no prestar atención la había pasado por alto.
Ludovik es un robot carente de habilidades de lucha, por lo que nos moveremos tirando de sigilo cuando atravesaremos los campamentos enemigos que encontraremos durante nuestro periplo. La IA sólo destaca por su nefasta vista y peor inteligencia, pero nos obligará a movernos con cuidado y a ocultarnos detrás de cualquier elemento para pasar inadvertidos. Al igual que con los puzles del juego, los cuales consistir fundamentalmente en activar ascensores o abrir puertas, la sensación final es la de que estas mecánicas pecan de sencillas y se podrían haber aprovechado mucho mejor.
The Library of Babel es, en definitiva, un videojuego que merece la pena probar, que denota la ambición, el esfuerzo y sobre todo, el talento que hay detrás y cuyas sus virtudes pesan mucho más que sus defectos. La experiencia me ha durado unas 10 horas y aunque admito haber caído en la frustración por momentos debido a lo problemático de los controles, la sensación final es la de haber completado un excelente y trascendental viaje.
Conclusión
En The Library of Babel recorreremos una sociedad futurística en la que sólo los robots quedan en pie. Plataformas, puzles, sigilo y aventura gráfica se combinan en una apasionante historia en la que intentaremos resolver los enigmas que rodean a una colonia en la que reina el caos y la locura. Ha faltado algo de ambición en los puzles y pulir un poco los controles, detalles que obviaremos gracias a su excelente diseño narrativo y visual. Sin duda, el primer gran lanzamiento del año en España.
Autor
Pese a mi continua obsesión con la literatura, los videojuegos y el deporte, logré acabar mis estudios de filología. Resido en Italia y adoro la pizza.
