Análisis de Anyaroth: The Queen’s Tyranny

Una rebelión a la altura de las expectativas

No suele ocurrir muy a menudo pero, cuando sucede, es toda una sorpresa. Me refiero a videojuegos que llegan sin apenas hacer ruido y te dejan un sabor de boca de esos que recuerdas con total claridad a pesar de que el tiempo siga pasando. Algo así me ha sucedido con Anyaroth: The Queen’s Tyranny, la nueva joya creada por Yggdraseed Studios y publicada por el publisher español Firenut Games que me dejado con ganas de más y, no hace falta que lo diga pero, eso es muy bueno.

El nacimiento de una rebelión

Las rebeliones son algo que siempre me ha fascinado. Yo siempre seré “escoria rebelde” como ya se les llamaba en la magnifica saga Star Wars pero es que no puedo evitarlo. Soy luchador (como muchas otras personas en este planeta) y siempre que veo una película, una serie, leo un libro o, como es el caso, juego a un videojuego con una rebelión de por medio, me vengo arriba. Y es que en Anyaroth un gran problema se cierne sobre sus habitantes. Estos bichejos están a punto de ser controlados por su reina.

¿Control mental dices?. Claro, para que así todos vayan como borregos y hagan lo que se les ordene. Una población controlada es una población que no da problemas. Pero en esta aventura creada por el joven estudio madrileño ya existe una rebelión y, como sucede en la gran mayoría de historias con un trasfondo similar, solo les faltaba encontrar al soldado perfecto.

Ahí entramos nosotros en acción. Un soldado con un casco diferente, un casco de esos con solera que, por suerte para nosotros, no deja que entren los “malos virus” de control mental. Gracias a ello conseguimos abrirnos paso a través de unas instalaciones médicas y un campo militar. Poco después comenzaremos nuestra gran historia.

Camaradas, ¡a las armas!

Liderar una rebelión nunca fue tarea fácil y en Anyaroth: The Queen’s Tyranny veremos como, a menudo, hay que cambiar de estrategia ya que los planes pueden no salir como uno se espera. Pero vamos con el apartado jugable puesto que ha sido uno de los pilares fundamentales del juego que más me ha mantenido enganchado a mi querida Nintendo Switch. El juego se nos plantea como un shooter horizontal donde las plataformas no están muy presentes pero si que hacen alguna aparición estelar en algún nivel más avanzado.

Lo primordial en Anyaroth es tener el gatillo rápido y el apuntado fino puesto que, de vez en cuando, se nos mete en emboscadas donde ya nos las tendremos que ver con una gran cantidad de enemigos. Al estar compuesto por fases separadas, cada vez que terminemos un nivel, llegaremos al campamento rebelde donde podremos hacer aprovisionamiento de nuevas armas, mejoras para nuestros equipos auxiliares e incluso descubrir un poco más de nuestro pasado si hemos conseguido hacernos con el coleccionable que se encontraba en el nivel.

La estructura del juego me ha recordado a los referentes más clásicos puesto que se apuesta por una aventura lineal con una fuerte carga narrativa tanto en su mundo como en todos los detalles que vamos encontrado por el camino. Me encanta el hecho de que, dentro de nuestros campamentos, siempre exista una pantalla donde podremos ver como el noticiario del planeta habla sobre la malvada rebelión y sobre como los planes de la reina poco a poco se van cumpliendo para conseguir así una unificación absoluta y global.

El pixel-art como conductor clave para todo

Parece mentira que, estando completamente inmersos en la era de los gráficos en 4K ultra detallados, sean siempre los videojuegos en pixel-art los que más me apetecen. Ha quedado muy patente que, como bien ha dicho mil y una veces el maestro, el genio, el padre de padres “Adrián Suarez Mouriño“, el pixel-art tuvo que retirarse un poco cuando llegaron los poligonotes, dejando muchas historias por contar y muchas características ocultas por descubrir. La capacidad que el pixel-art tiene como conductor narrativo, dando a menudo poca definición y dejando así que la imaginación del jugador fluya, es uno de sus puntos fuertes y en Anyaroth se utiliza también en ese sentido.

En el mundo de Anyaroth nos enfrentaremos a nuestros enemigos tanto en exteriores como en interiores los cuales nos llevarán desde un complejo militar a unas cavernas infectadas de seres que no me gustaría encontrarme nunca, pasando también por una base enemiga. Sectores con ascensores donde tendremos que hacer frente a grandes hordas mientras nos adentramos en lo más profundo de la base dejan ver que el estudio no tiene falta de ideas en ese sentido pero si que es cierto que se acaban rápido y te dejan con ganas de ver un poco más.

La cámara a menudo juega con el zoom para mostrarnos algunos primeros planos más detallados en momentos puntuales de la aventura y también en conversaciones pero el pixel-art, aun conservando una gran cantidad e detalle, deja también entrever mucho más gracias a lo que el jugador puede llegar a imaginar en si. Todo esto acompañado con una banda sonora de esas que son pegadizas hacen un conjunto realmente bien compactado. No es que sean tampoco “temazos” de disco de oro pero si que tienen buen ritmo y aderezan la mezcla del conjunto con un buen puñado de tracks potentes.

Conclusiones

Si que es cierto que Anyaroth: The Queen’s Tyranny se me ha hecho corto (poco más de dos horas en realidad) pero no os penséis que tengo algo en contra de su duración, ni mucho menos. Prefiero una experiencia honesta, centrada y con una duración determinada que un juego donde no paras de recoger flores para el gran maestre de turno. Pero si que es cierto que aquí nos quedamos con ganas de más puesto que el mundo es muy rico, tiene un lore bien trabajado que bien podría dar para otras 4 o 5 fases más. Quizás algo más de progresión en las propias armas o algún que otro enfrentamiento a bordo de algún vehículo podría haber dado ese toque para crear ya un proyecto lleno de pura rebeldía. Aún así ha sido una grata sorpresa y, para mi, uno de los juegos a destacar de este 2023.

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