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Etherborn. Jugando con la gravedad.

Etherborn, ya disponible en PC, Switch, One y PS4, es la ópera prima de Altered Matter, equipo barcelonés recién salido de la universidad compuesto por sólo cuatro personas. Quizás la mejor forma de definir al estudio sea rescatar la frase que encontramos en su web: “nuestro objetivo es usar el entretenimiento como vehículo de expresión artística”.

Etherborn va más allá de la simple experiencia jugable; busca adentrarse en la cabeza del jugador mediante su trama filosófica y encandilar al ojo a través de sus cuidados y coloridos escenarios. ¿Lo consigue? Es lo que trataremos de averiguar.

Etherborn imagen inicial
Así comienza Etherborn

La ley de la gravedad de Etherborn.

Etherborn podría definirse como un juego de puzles y plataformas cuya premisa se basa en un curioso concepto de gravedad. Controlamos a un pequeño hombre sin rostro que puede caminar por cualquier superficie, aunque esté en posición vertical o invertida. Eso sí, el paso de una “cara” a otra debe producirse en unas zonas específicas curvadas; nunca se podrá cambiar de orientación en un punto totalmente perpendicular. Es complejo de describir, pero fácil de comprender si echamos un vistazo a las imágenes o el tráiler.

La gravedad, por tanto, varía con los movimientos de nuestro personaje. No sucede como en Mario Galaxy, por ejemplo, donde la gravedad está ligada a los diferentes asteroides y constantemente nos empuja a la superficie. En Etherborn, si saltamos y no hay tierra bajo nuestros pies – sin importar si estamos en vertical, cabeza abajo o en cualquier otra posición – caeremos al vacío y moriremos. En este juego es posible caer en cualquier dirección; curioso.

Este interesante concepto de gravedad variable nos abre un sinfín de posibilidades. Los escenarios pasan de ser un entorno horizontal a convertirse en zonas explorables desde cualquier ángulo. Pero claro, esta prometedora idea sólo funciona si va acompañada de un buen diseño de niveles que la explote al máximo. Por suerte, es el aspecto más destacable de Etherborn: todo el mundo se transforma en un enorme rompecabezas lleno de paredes, puentes, arcos, pasadizos y zonas que en otros juegos serían inaccesibles. No debe ser tarea fácil realizar escenarios jugables desde cualquier perspectiva, atractivos a la vista y, al mismo tiempo, que contengan puzles de una dificultad equilibrada.

Etherborn imagen vertical
La gravedad es peculiar en Etherborn

La mecánica de Etherborn es simple. Tendremos que recorrer los niveles recogiendo una especie de esferas blancas que nos servirán para desbloquear el camino. Muchas veces estos orbes estarán a la vista, pero será una odisea llegar a ellos. Es aquí donde entra el componente puzle del juego. Es muy probable que para alcanzar el objetivo deseado haya que cambiar varias veces de orientación o incluso girar todo el escenario para encontrar una vía de acceso. Puede parecer sencillo, pero es fácil desorientarse y perderse con tanto cambio de perspectiva. Para complicarlo aún más, los chicos de Altered Matter, con muy buen tino, han llenado los niveles de elementos, plataformas y superficies que bloquean y esconden aún más el camino.

Pese al buen trabajo en la jugabilidad y diseño de los niveles, Etherborn no está exento de pequeños errores que emborronan ligeramente la experiencia. El principal lo encontramos en el control del personaje. Es bastante impreciso, especialmente en los momentos de salto – más aún si jugamos en PC sin mando –y nos llevará a morir de forma ridícula y torpe en más de una ocasión. Afortunadamente, las plataformas no son el pilar central del juego y es algo que se puede perdonar, aunque en determinados puntos genere frustración.

El segundo punto, y menos relevante, lo encontramos en las limitaciones de la cámara. En los niveles más amplios acabaremos dando vueltas, desorientados, probando una ruta esperando que sea la correcta debido a que la cámara estará fija sobre nosotros y no tendremos la posibilidad de desplazarla para ver qué hay delante. Sería de gran utilidad poder girarla a nuestro antojo para explorar y hacernos una idea de cómo es el escenario antes de recorrerlo.

El diseño de los niveles es espectacular

Un mundo etéreo

A primera vista lo que más llama la atención de Etherborn es su atractivo apartado artístico. Demuestra, como ya hicieron juegos como GRIS o Path to Mnemosyne, que no es necesaria la potencia gráfica bruta para encandilar visualmente al público.

Etherborn nos traslada a un mundo extraño, difícil de describir, que no sabemos si es apocalípitco, primigenio o si simplemente ha salido de un sueño. Pero lo que no se puede discutir es que es bonito. El centro de este mundo es un enorme árbol, similar al que contiene nuestro protagonista en el cuerpo, cuyas ramas tendremos que recorrer. En consonancia con la trama, que se describe en el apartado sucesivo, ante nosotros se presenta un entorno etéreo y delicado, al tiempo que vacío y silencioso.

Etherborn no es perfecto y, de hecho, veremos dientes de sierra que nos podrían sacar un ojo, pero su estilo poligonal y un uso muy acertado de la luz y el color acaban conformando entornos muy sugestivos. Visitaremos escenarios que parecen inabarcables, con objetos de enorme tamaño que contrastan con nuestro pequeño personaje y nos hacen sentir minúsculos e irrelevantes. Cada escenario tiene su propio estilo, algunos más luminosos y otros con tonalidades oscuras. No importa en cuál estemos jugando, siempre habrá momentos en que tendremos que pararnos para disfrutar del paisaje como se merece.

Etherborn árbol.
Veremos escenarios simplemente maravillosos

A que el juego luzca tan bien ayuda el inteligente movimiento de la cámara, que siempre se sitúa en el mejor lugar para que el plano que vemos sea perfecto. Normalmente la cámara se posiciona sobre personaje con una perspectiva muy alejada, pero en determinados momentos cambia y nos muestra encuadres verdaderamente espectaculares. Se percibe un gran cuidado estético en cada paso que damos en Etherborn y se evidencia que es un producto pensado para ser valorado también desde un punto de vista artístico.

El apartado técnico queda redondeado gracias al notable acompañamiento sonoro, que subraya los sentimientos que pretenden transmitir las imágenes. No son melodías aceleradas o veloces, sino temas lentos,que irradian paz y tranquilidad. En ocasiones, instrumentos de cuerda nos seguirán en nuestros paseos; en otras, lo harán unas cuantas notas al piano; todo para reforzar este carácter onírico que emana Etherborn.

Un fallido intento filosófico.

En Etherborn controlamos a un humanoide blanco desprovisto de voz que intenta abrirse paso en un mundo totalmente desconocido al tiempo que intenta localizar una voz que carece de cuerpo. O al menos eso me ha parecido entender. Y es que el argumento es, cuanto menos, confuso.

Etherborn cae en el error de pretender dar más profundidad argumental a la aventura de la que ésta puede albergar. Una voz nos narra la historia del mundo y del protagonista, pero es algo que, como jugadores, no nos interesa en absoluto. No encontramos una coherencia entre lo que se nos dice y lo que vemos o hacemos; es más, la experiencia jugable sería idéntica sin este hilo argumental.

Tampoco ayuda que esta narrativa esté compuesta por complejas frases llenas de palabras con sonoridad, pero carentes de significado. Cada línea del discurso parece haber sido pensada para resonar como una sentencia filosófica y dar la sensación de estar ante una experiencia que roza lo existencial, pero sólo acaba por exasperar a un jugador que no entiende y que tampoco ve por qué debería hacer el esfuerzo. El resultado de todo esto es que en un par de minutos dejaremos de prestar atención y nos centraremos sólo en jugar.

No creo que la intención de introducir un argumento con una determinada complejidad sea negativa, pero su implementación en Etherborn es desastrosa. Simplemente no funciona y el juego acaba siendo notable pese al argumento y no debido a éste. Voy un poco más allá: creo que sin líneas de texto, sólo con lo potente de sus imágenes y banda sonora, el juego podría ser igualmente objeto de reflexión y estudio, como sucede con el ya mencionado Path to Mnemosyne. Quizás también habría funcionado con un guion más sencillo de seguir o estableciendo una conexión más directa con lo que vemos en el gameplay.

Por suerte las plataformas no son el eje central del juego

Gran experiencia, pero demasiado corta

Etherborn es una experiencia divertida y su propuesta de puzles, sin duda, es innovadora y agradará al jugador. Nos obligará a cambiar nuestra forma de pensar, a ver el escenario desde diferentes perspectivas y valoraremos el tremendo esfuerzo que lleva idear entornos tan complejos desde todos los ángulos. Pero cuando llegamos al punto álgido de la aventura, ese donde los escenarios comienzan a ser un verdadero desafío, se termina. Apenas cuatro niveles y un pequeño tutorial es lo que ofrece el videojuego.

Es imposible no leer los créditos con la sensación de que una excelente idea se ha quedado sin aprovechar. Un juego puede ser corto y dejar un buen sabor de boca si explota al máximo sus posibilidades, pero no es el caso. Parece que sólo hemos visto una pequeña muestra de lo que Etherborn podría llegar a ofrecer. Con un plantel algo más amplio de mundos a explorar, y quizás alguna mecánica nueva para aumentar sus posibilidades, quedaría mucho más justificada su compra.

Etherborn imagen
Una gran experiencia, pero demasiado corta.

En total, Etherborn nos puede durar unas 3 horas si nos cuesta familiarizarnos con su propuesta. Si somos hábiles podemos completarlo sólo en una. Cuenta con un modo +, en el que los orbes cambian de lugar y aumenta ligeramente la dificultad; pero no es algo que estimule demasiado al jugador y, como máximo, nos da un par de horas más de juego.

Un juego jamás debe evaluarse por el precio, pero sería de necios ignorar que es importante a la hora de valorar su compra. Etherborn, en un mercado como el indie, parece tener un precio demasiado alto (16,99€) para las horas que ofrece. Pero hay que mirar más allá: Etherborn es más que un puzle, es también una propuesta artística que nos invita a disfrutar con calma de su acogedora atmósfera mientras escuchamos su delicada banda sonora y nos recreamos con los preciosos escenarios. Si valoramos esto, el precio comienza a estar más justificado.

Conclusiones.

Etherborn me ha encantado. Es maravilloso correr por el colorido mundo que ofrece al tiempo que escuchamos su tranquila banda sonora y jugamos con los cambios de gravedad. Se aprecia un enorme trabajo en el diseño de los niveles, que nos darán más de un quebradero de cabeza. Su defecto principal es que se acaba cuando más lo estamos disfrutando, dejando la agridulce sensación de que se ha desaprovechado una gran idea. Si perdonamos su breve duración, disfrutaremos de las experiencias más bonitas e intensas del año.

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Autor

Pese a mi continua obsesión con la literatura, los videojuegos y el deporte, logré acabar mis estudios de filología. Resido en Italia y adoro la pizza.

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