FICHA DE CRÍTICA

Por Moisés Artacho

13/12/2019

Cada vez cuesta más sorprender con algo original o un protagonista nunca visto, pero cuando ves protagonizar un metroidvania a un mapache subido encima de una llama, comprendes que todavía queda margen para la sorpresa en los videojuegos.

 

 

 

 

 

SuperEpic: The Entertainment War no podría empezar de forma más atractiva, planteándonos un nuevo metroidvania con una pareja protagonista la mar de sorprendente, un mapache a lomos de una llama. Y si bien esto os puede parecer bizarro, esperad al argumento, presentando una sociedad momificada por los juegos online gratuitos repletos de micropagos, y todo ello controlado por la temible compañía Regnantcorp. ¿Nuestra misión? Ayudar a los jugadores rebeldes amantes de lo vintage a recuperar la cordura de las nuevas generaciones y derrocar a la desarrolladora de juegos malvada.

 

 

Controlando a nuestro intrépido mapache llamado Tan Tan y a su llama Ola, nos adentraremos en las entrañas de la compañía, con una estructura más similar a un castillo de cualquier Castlevania que se precie, y es que como en cualquier metroidvania, la mecánica será la de ir explorando el mapeado a medida que obtenemos nuevas y mejores habilidades que nos permitan acceder a lugares previamente inaccesibles. Así que no faltarán los dobles saltos, los movimientos que nos ayuden a alcanzar superficies alejadas o demasiado elevadas, las bombas para romper paredes que bloquean accesos a nuevas zonas, y un largo etcétera de clásicos del género.

 

 

 

 

 

Para luchar contra las ingentes hordas de enemigos que saldrán a nuestro paso, contaremos con tres armas que equiparemos en tres botones del mando, y que se clasifican en armas de golpes horizontales, golpes verticales y machaques poderosos. Con estas tres armas podremos realizar poderosos combos y movimientos especiales que se irán desbloqueando, además de poder mejorar su poder gracias a los personajes secundarios que harán de herreros o vendedores improvisados. El juego pone especial énfasis en el combate aporrea-botones, con enemigos que básicamente se lanzan a por nosotros cual kamikazes y piden a gritos una sarta de palos, y además no dejaran de aparecer por cualquier lateral de la pantalla, sin dejarnos un momento de respiro. Es una lástima que incluso los enormes jefes finales se despachen a base de aporrear los botones de ataque, sin demasiada estrategia más allá de golpear como si no hubiera un mañana, salvo alguna rara excepción.

 

 

La estructura del mapeado no se aleja de cualquier metroidvania clásico, aunque si notamos una cierta repetición de escenarios y una ligera falta de inspiración en alguno de ellos. Esto se compensa con varios lugares en los que encontraremos un código QR que podremos escanear con nuestro dispositivo móvil para acceder a un minijuego que nos ayude a desbloquear una barrera que protege algún secreto. Esto es, usaremos nuestros móviles para jugar a divertidos minijuegos estilo Candy Crush o Flappy Bird, lo cual aporta una nota de originalidad bastante elevada al juego. Al superar estos minijuegos, obtendremos códigos que abrirán puertas y barreras del juego en la consola, así que tened a mando vuestros smartphones, porque vamos a necesitarlos.

 

 

 

 

 

El enorme mapeado del juego satiriza las empresas desarrolladoras de videojuegos, con ocho zonas que abarcan desde las salas de servidores a las salas de descanso y ocio del personal. En cada zona tendremos enemigos propios y característicos, así como las correspondientes salas de guardado, que en esta ocasión son retretes en los que podemos hacer pis para guardar la partida. Con esto último ya os podéis hacer una idea del nivel humorístico que desborda la aventura, con continuas puyitas a factores irritantes de los videojuegos como los micropagos.  No faltarán también algunas referencias a empresas de transporte como Amazon o todopoderosos como Google, y en definitiva, cualquier multinacional que busque monopolio en algún sector determinado de la tecnología.

 

 

La interfaz será un tanto extraña y confusa, las cosas como son, aunque acabaremos haciéndonos a ella sin problema. Lo que si no acaba de cuajar es la dificultad del título, demasiado baja y poco desafiante para manos acostumbradas a otros metroidvania. De hecho, es sumamente sencillo farmear dinero para mejorar las armas al máximo sin problema o comprar todas las mejoras de salud o energía, algo que facilita enormemente la tarea. Esta sencillez y una duración no tan elevada como puede parecer al principio son sus principales defectos, ya que como metroidvania podría haber ofrecido entornos un poco mejor conectados y no abusar tanto del backtracking forzado o los lugares semi-ocultos por los que colarse para seguir avanzando.

 

 

 

 

 

La parodia a los micropagos se lleva a su máxima expresión cuando morimos y se nos ofrece pagar la mitad de nuestro dinero para poder revivir al instante en lugar de perderlo todo y regresar al último punto de salvado. Esto contribuye a la citada facilidad para superar la aventura, porque perder dinero no es demasiado dramático dado lo rápido que se farmea de los constantes enemigos que aparecen en pantalla. Lo más adictivo acaba resultando su trama y sus contantes diálogos plagados de humor y referencias a la cultura pop, con lo que ayuda que todos los textos lleguen en un perfecto español.

 

 

Técnicamente es un juego bastante llamativo, con un diseño artístico a caballo entre lo bizarro y lo esperpéntico, pero que de un modo irracional funciona a las mil maravillas frente a nuestras retinas. La banda sonora también incluye temas atractivos que pueden llegar a volverse pegadizos, así que cumplen con creces su cometido. De nuevo, lo mejor del apartado visual son las continuas referencias y sátiras de personajes o elementos del mundillo de los videojuegos.

 

 

 

 

 

SuperEpic: The Entertainment War es uno de esos lanzamientos especiales que pueden llegar a dejar huella no por la calidad general de sus apartados, sino por la rareza de algunos de ellos. No es el mejor metroidvania con el que vamos a toparnos, y ni siquiera el más desafiante, pero de alguna forma se las ingenia para no pasar como un juego más y sorprender por su sentido del humor o por lo ingeniosas de muchas situaciones. Así que amante del género, no lo dudéis, un mapache y una llama os necesitan para derrocar la tiranía de los micropagos y los juegos online gratuitos.

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13/12/2019

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