FICHA DE CRÍTICA

Una decena de horas y tres jefes después, puedo decir que Aragami no es el juego de sigilo definitivo, pero es definitivamente un juego de sigilo. Tiene historia poco inspirada (sobre todo en la manera de comunicarla), tiene un apartado técnico sin alardes, y tiene muchos momentos en los que no se entiende demasiado bien cuál es el objetivo que perseguimos ni por qué vamos a uno u otro lugar, porque al final todo es un envoltorio para decorar una mecánica que, esa sí, funciona con razonable soltura. Quizá esa sea la gran pérdida con respecto a su referente, Tenchu: el usar la ambientación como excusa, el no mantener la fe en una fascinante colección de códigos visuales, históricos, estilísticos y hasta morales de la ficción de samuráis, y sobre todo en no haberse creído del todo el papel capital del espadazo fuerte en el puto cuello. 

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04/10/2016

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