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Mezmeratu. En busca de la locura

Jacob Jazz, o Celery Emblem si nos referimos al nombre de su estudio, es uno de esos peculiares casos de creador cuya obra se odia o se ama, pero con total seguridad no te deja indiferente. Como gran futbolero que soy, me recuerda a estos futbolistas díscolos pero repletos de talento que, aunque los critiquemos por sus extravagancias, son los que justifican pagar la entrada para ir al estadio. O a esos directores de cine que imprimen un toque tan personal a su película que cuando la recomiendas a un amigo sólo puedes recurrir al tan manido “te tiene que gustar su estilo”. El mundo del videojuego necesita mucho de esto, especialmente el panorama indie. Lo que no puedes lograr mediante la potencia por la falta de recursos, tienes que alcanzarlo a través de la originalidad y el carisma. Y Jacob Jazz ofrece mucho de esto.

Cualquiera que haya jugado a Baobabs Mausoleum, la trilogía detectivesca protagonizada por una berenjena-agente llamada Watracio, sabrá a lo que me refiero: una montaña rusa de emociones, humor negro y autorreferencial, cambios de jugabilidad, perturbadores personajes y, en definitiva, un chorro de locura que golpeaba al jugador sin piedad. Con momentos mejores y momentos peores, pero una obra que se salía del concepto de videojuego y se acercaba más al de experiencia.

Como un – acérrimo – fan de Baobabs Mausoleum, le tenía muchas ganas a Mezmeratu, videojuego desarrollado durante la cuarentena por la pandemia de COVID, que, pese a apostar por una jugabilidad y mecánicas más clásicas, mantiene toda la esencia que ya podemos considerar Made In Celery Emblem.

Mezmeratu imagen cementerio

Cadáveres, peces voladores y un chico-luna

Arrancamos el juego y nos encontramos con un señor con el cerebro al descubierto pescando lo que parecen ser cadáveres. En la siguiente escena, nuestro perturbador amigo vuelve a aparecer, esta vez jugando al béisbol con un personaje con cabeza lunar y, para finalizar, un pez volador surca el cielo. Todo esto supone sólo una parte de la escena cinemática inicial. Intentad imaginar el resto.

Durante el juego controlaremos a un viejo conocido de Baobabs Mausoleum: el chico-luna, que inicia su aventura en un viejo cementerio. A partir de ahí es justo decir que, pese a no haber entendido nada, todo me ha fascinado y encantado. Evidentemente hay un hilo argumental que subyace detrás de tanto surrealismo, pero qué más da. Es igualmente divertido observar y avanzar con el simple deseo de ver qué será lo que nos deparará el siguiente nivel. Este rasgo es una constante en la obra de este desarrollador: puedes tratar de entender el argumento, pero también puedes dejarte llevar por la marea.

Mezmeratu  imagen cinemática

Celery Emblem ha dotado a su juego de un estilo gráfico inspirado en los tiempos de la PSX. El tono general del juego es oscuro, no deja de tratarse de una propuesta horror, aunque lo verdaderamente reseñable son esos constantes brochazos de humor negro y alocado que impregnan cada paso de la aventura. No hay más que ver a los diferentes personajes, los cuales, por sus ojos, parecen haber consumido sustancias no demasiado recomendables. El desarrollador es un maestro construyendo este tipo de atmósferas que bailan entre lo oscuro, lo terrorífico, lo onírico y lo absurdo. Una atmósfera construida a base de sumar incontables detalles. Por ejemplo, me ha parecido curioso el estilo de movimiento de personaje, con un efecto borroso como de foto “en movimiento” muy particular.

Mezmeratu  imagen niño luna

Hay que dedicar un párrafo exclusivo a la banda sonora del videojuego. Si el estilo gráfico y jugable de Celery Emblem es muy personal, la música no podía ser menos. Como sucede con cualquier aspecto del juego, resumir la banda sonora es imposible porque dentro de esta encontramos una vasta mezcla de géneros y estilos. Ofrece un ritmo arcade ochentero muy reconocible, pero al mismo tiempo intenta, de forma muy acertada, incomodar al jugador. El tema base del videojuego es un fiel reflejo de lo que encontramos en Mezmeratu: una melodía tranquila, incluso alegre, que asociaríamos a la musiquita de un menú de game boy… adornada con espeluznantes gritos, lamentos y sollozos de fondo. En global, el trabajo sonoro es sobresaliente, encajando a la perfección con el estilo lúgubre pero intenso del gameplay. Puede adquirirse de forma separada en Steam por 4€.

Mezmeratu imagen npcs

Acostúmbrate a la muerte

Hay una diferencia sustancial entre Mezmeratu y Baobabs Mausoleum. En este último la jugabilidad estaba al servicio de todo lo demás: gráficos, historia, personajes, música… etc. En Baobabs rara vez había una fase difícil o algún momento desafiante, más bien se trataba de un paseo para descubrir los macabros misterios de Flamingo’s Creek. En Mezmeratu es al contrario: el contexto es atractivo, pero lo importante es el gameplay, el plataformeo y la acción.

Mezmeratu es un plataformas-acción bastante clásico en sus mecánicas: avanzar, evitar agujeros – y los pinchos – y acabar con los enemigos que se cruzan en nuestro camino. A esto hay que sumar un componente roguelike: los niveles cambian cada vez que perdemos una vida, cosa que sucederá con frecuencia. No se generan completamente los escenarios, sino que hay unos determinados “tramos” que se van alternando aleatoriamente, dando un punto de dificultad e imprevisibilidad muy interesante al videojuego. Es cierto que en un par de partidas habremos visto la mayoría de los niveles que se pueden generar, puesto que no son demasiados, pero eso no cambia el hecho de que en Mezmeratu el ensayo y error no sirve de mucho y que cada partida sea diferente.

Mezmeratu imagen 1

Desde el inicio, Mezmeratu es difícil. Quizás los enemigos no supongan un gran problema, pero hay momentos de plataformeo con muy mala leche, los puntos de control están muy separados y, por supuesto, no podemos guardar partida. El juego no perdona el error. Superar la fase inicial de Mezmeratu es ya todo un reto: necesitaremos precisión de cirujano en los saltos, un control absoluto de todas las habilidades de nuestro personaje y tener un excelente dominio de los tiempos. Nuestro chico-luna da saltos muy amplios, algo ventajoso, pero también peligroso si no calculamos bien el punto de aterrizaje. Si somos amantes de los estándares de dificultad tirando a altos, lo amaremos desde el principio. Mezmeratu no da tregua y además jugaremos con la tensión de saber que cada paso que demos puede esconder un obstáculo que ponga fin a nuestra aventura.

Por supuesto, de un juego de Jacob Jazz no podíamos esperar que todo fuera plataformeo desde el inicio hasta el final. Pasado el nivel inicial – que es bastante largo – el juego comienza a entrar en una serie de vaivenes jugables muy curiosos: fases de ascensión, fases acuáticas – también hay un nivel random incomprensible con piscinas y ¿béisbol? – e incluso fases de jefes finales tan divertidas como problemáticas.

La fase vertical es divertida. Pero más divertida es la fase vertical invertida.

Vidas, pasadizos y truquis

Mezmeratu, además de destacar por su macabro a la vez que atractivo aspecto y por su alta dificultad, también está lleno de sorpresas. Como buen arcade old-school está repleto de atajos, secretos, vidas extra y truquillos que, si somos hábiles, podremos encontrar y aprovechar para tener un buen colchón de vidas o incluso evitar tramos enormes de niveles. Completar Mezmeratu no es una tarea que lleve más de dos horas, pero adquirir la habilidad necesaria para lograrlo requerirá mucho más tiempo de práctica.

El único punto negativo de Mezmeratu es la presencia de pequeños bugs que empañan el acabado. Momentos puntuales, pero que pueden privarte de una vida o hacerte repetir un nivel y te llevan a la frustración: plataformas que desaparecen, puntos en los que atraviesas la pantalla, algunas colisiones algo forzadas contra los pinchos…etc. Cuando terminas la partida no recuerdas estos momentos, pero durante el juego pueden provocar algún que otro cabreo.

Conclusión

Mezmeratu es, ante todo, un notable juego de plataformas y acción que nos exigirá dedicación y práctica para superar y conocer los secretos de todos los niveles. Pero lo que le hace destacar y convertirse en una opción a señalar en rojo en la lista de compra es todo lo que envuelve al juego: la atmósfera macabra, lo espeluznante de los personajes y escenarios, la indescriptible música, el grotesco humor que encontraremos en la aventura y, en definitiva, el incomparable estilo de Jacob Jazz.

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Autor

Pese a mi continua obsesión con la literatura, los videojuegos y el deporte, logré acabar mis estudios de filología. Resido en Italia y adoro la pizza.

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