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Willy Jetman: Astromonkey’s Revenge. Reciclar es sólo el inicio

Nunca debemos juzgar un libro por su portada ni un videojuego por su apariencia. Es algo evidente, pero que a veces no podemos evitar. Willy Jetman es un claro ejemplo de por qué hay que dar siempre una oportunidad a la obra. Su estética pixel-art y su condición de juego con espíritu retro puede llevarnos a pensar que es un producto genérico más que se une a esa larga lista que busca aprovechar este furor por la nostalgia. Nada más lejos de la realidad, Willy Jetman: Astromonkey’s Revenge es un gran videojuego, con homenajes a la industria ochentera y noventera, pero también con una personalidad propia y única. Un juego sobresaliente que demuestra que tradición e innovación son conceptos que pueden ir de la mano. Mi único deseo es que no caiga en el ostracismo y tenga la repercusión y ventas que se merece.

Tratándose del primer trabajo de los cinco chicos que componen Last Chicken Games, podemos afirmar que han puesto el listón muy alto. Para esta review se ha completado la versión de PS4, aunque también está disponible en PC y Nintendo Switch. Hora de surcar los cielos con Willy.

Willy Jetman dragón

La que ha liado el mono

Willy Jetman se inicia con una divertida cinemática en la que observamos como una nave pilotada por un mono irresponsable es destruida en la órbita del planeta Gravos. Nosotros controlamos a un basurero espacial llamado Willy que aterriza con su astronave Gladys con la poco peligrosa misión de recoger y reciclar los residuos de la nave destruida. Por supuesto, las cosas se van complicando y lo que en principio era una misión casi ambientalista acaba por convertirse en una batalla por la supervivencia de Gravos.

Willy Jetman: Astromonkey’s Revenge es uno de estos juegos que, pese a estar publicado en 2020, nace de una época anterior y prueba de ello es su naturaleza arcade que prioriza el gameplay por encima de la historia. Si bien tenemos un hilo argumental que da sentido a la aventura, el juego va al grano y no perdemos ni un segundo más del necesario en cinemáticas o charlas inútiles. En ningún momento tenemos esa frustrante sensación de tedio que nos obliga a aporrear la X para saltar una aburrida cháchara. Willy, el protagonista, incluso hace bromas al respecto, reflejando la pereza que sentimos muchos jugadores cuando tenemos que asistir a largas y aburridas conversaciones en medio de un videojuego frenético.

Pero al mismo tiempo, tampoco es un juego descontextualizado que nos lance a la aventura sin miramientos. Los desarrolladores han optado, con mucho criterio, por alejarse de una historia o contexto demasiado serio o transcendente y apostar por un estilo desenfadado, cómico y lleno de guiños que harán las delicias del jugador. La historia que se nos narra está lejos de ser compleja, pero tampoco lo pretende y gracias a sus momentos de humor y sorpresa soltaremos más de una carcajada. Es difícil hablar del argumento sin hacer spoilers que seguramente arruinen varios de estos divertidos gags, así que me limito a comentar que encontraremos referencias a grandes obras como Star Wars, Harry Potter, Blade Runner o Dragon Ball. Hay de todo, para todos, y repartido por el juego con inteligencia, sin que parezca un desfile de cameos sin sentido.

Willy Jetman imagen pueblo
Los simpáticos ‘colegas’ del planeta Gravos nos harán reír con sus diálogos

El jetpack marca la diferencia.

El inicio es fundamental para hacernos con el control del jetpack, elemento estrella y diferenciador del videojuego. Willy, como si de un mandaloriano se tratara, va equipado con una mochila que le permite propulsarse y volar por los escenarios. Al inicio, nuestro pensamiento será: “esto es incontrolable, es muy difícil ser preciso con el vuelo”, pero aquí encontramos el gran acierto de los desarrolladores: la curva de aprendizaje es fantástica. Los escenarios y puzles están colocados con mucha inteligencia, de modo que vamos adquiriendo habilidad con mucha naturalidad y cuando lleguemos al final seremos expertos. Digo más, cuando nos habituamos al manejo, el mero hecho de controlar a Willy con el jetpack es sorprendentemente satisfactorio y divertido; volaremos por el simple placer de volar y pasaremos más tiempo en el aire que en la superficie. Llegados a este punto, si volvemos a los niveles iniciales descubriremos que aquel momento que nos parecía imposible de atravesar volando, con la habilidad adquirida, será un mero trámite

El jetpack condiciona también la naturaleza y diseño de los escenarios del juego. Si pensamos en un juego 2D de acción y plataformas nos vienen a la cabeza fases muy horizontales, repletas de agujeros mortales. En Willy Jetman encontramos algo muy diferente: los niveles son amplios, con mucho espacio vertical para poder volar, repletos de montañas, túneles, escondrijos, enemigos y puntos de interés. Sí, tenemos que llegar del punto A al punto B, pero contamos con una libertad bastante inusual en este tipo de videojuegos. Y no me refiero solo a que puede haber más de una ruta, también podemos elegir cómo afrontarla: matar a los numerosos enemigos, pasar de ellos, reciclar todo lo que veamos (pues muchas veces hay objetos opcionales) para obtener créditos o incluso entretenernos en buscar secretos.

Al final, cada nivel es un pequeño mundo en sí mismo con muchas más opciones de las que cabría esperar al inicio. Todo esto convierte a Willy Jetman en un juego que, pese a contar con una estética y una premisa retro, supone un soplo de aire fresco y demuestra que incluso dentro de los géneros más clásicos se puede innovar. Tampoco es algo que no hayamos visto nunca (pues hay claras influencias de juegos como Cave Story o Jet Pac por ejemplo), pero desde luego se sale de lo habitual.

Willy Jetman pez naranja volador
Estúpidos peces naranjas

Reciclar es sólo el inicio

Si fuera una partitura, Willy Jetman iría en un constante in crescendo en todos los aspectos. En un principio, la premisa puede parecernos algo básica: estamos en un planeta y tenemos que coger residuos y llevarlos a unos puntos de reciclaje. Una vez los hemos reciclado todos podemos progresar. Pero esta mecánica, que dura unos cuantos niveles, sólo hace las funciones de tutorial. En cuanto finalicemos este preámbulo las cosas se complican y, pese a que siempre podremos reciclar la basura espacial, pasa a ser una misión algo más secundaria.

Superado el “tutorial”, llegaremos a una especie de pueblo de extraterrestres que hace las funciones de centro de operaciones y supone el verdadero inicio de la aventura. Como si de un metroidvania se tratase, podremos explorar áreas desconocidas o visitar de nuevo niveles pasados para buscar secretos y elementos que nos permitan mejorar nuestro arsenal de armas.

Al inicio, Willy irá armado con una pistola muy simple que apenas hace daño, pero poco a poco iremos desbloqueando poderosas armas como lanzamisiles, lanzallamas o pistolas láser, cada una eficaz contra un tipo de enemigo diferente. Incluso diría que hay armas en exceso, algunas demasiado similares entre sí. He completado el juego y admito que hay dos o tres pistolas que apenas he usado y de las que el juego podría prescindir. El problema radica en que Willy solo puede llevar dos y para cambiarlas hay que ir a un punto de control. Al final, yo siempre llevaba el lanzaminas, para abrir hipotéticos caminos cerrados, y una pistola láser, cambiando sólo cuando era estrictamente necesario

Estas armas pueden y deben ser mejoradas si queremos afrontar los niveles y jefes finales con garantías. Cada enemigo abatido suelta gravitonium, un mineral que hace las funciones de moneda y nos permite comprar mejoras. De nuevo estamos ante el mismo problema: hay demasiadas armas y acabaremos por mejorar sólo las dos o tres que más nos gusten. Potenciar nuestro arsenal no es barato, así que nos tocará dedicarnos a farmear matando enemigos para obtener créditos. Esto implica que, aunque el juego te permite en muchas ocasiones “pasar” de los enemigos poderosos, hacerlo sólo acarrerará que tengas menos saldo para mejorar las armas y tarde o temprano te acabarás arrepintiendo. Seguid mi consejo: destrozad todo lo que podáis.

Willy Jetman contrarreloj
Encontraremos retos contrarreloj repartidos por el juego. Difíciles, pero con interesantes recompensas

Dominar el vuelo es la clave de la supervivencia.

Willy Jetman tiene una curva de dificultad muy bien medida. No es un juego fácil y moriremos decenas – o centenares – de veces en nuestro intento de completar la aventura, pero nunca tendremos la sensación de que es una dificultad injusta. El mundo de Gravos está repleto de criaturas peligrosas y hasta la más insignificante puede mandar a Willy de paseo al otro barrio. Nuestro pequeño astronauta es un blandengue y en un par de golpes su contador de vida pasará a cero, así que cada movimiento cuenta y gran parte del éxito recae en el uso del jetpack para esquivar.

Los monstruos que encontremos son, por lo general, más resistentes que Willy. Olvidad eso de un balazo, una muerte. La gran mayoría nos exigirán un buen número de impactos y los que no, normalmente atacarán en grupo y nos acribillarán a balazos, por lo que volar y estar en constante movimiento será la clave, tanto si queremos acabar con ellos como si nuestra intención es escapar lo más rápido posible para ponernos a salvo. No son difíciles de matar en cualquier caso, pero al atacarnos desde cualquier dirección y con tantos efectivos suponen un buen problema. Elegir el arma apropiada es fundamental si nuestra intención es la de acabar con el mayor número de enemigos posible; por ejemplo, el lanzallamas es efectivo contra la fauna, pero no contra los robots. Quizás uno de los puntos flojos – que tampoco lo es tanto – de Willy Jetman sea que la variedad de enemigos es baja. Esto se evidencia, por ejemplo, en el diseño de una especie de pez volador que aparece constantemente aunque variando su coloración y estilo de ataque. Tampoco importa mucho, al ofrecernos un gameplay tan intenso que obliga a combatir constantemente contra interminables hordas de enemigos queda difuminado el hecho de que sean casi siempre los mismos.

Willy Jetman jetpack
Controlar el jetpack y ser capaz de disparar mientras volamos será vital si queremos salir con vida de los duros enfrentamientos

El videojuego nos ofrece también unas interesantes e intensas peleas contra imponentes jefes finales (entre los que de nuevo encontramos menos variedad de la que sería deseable), que serán los responsables de que mordamos el polvo un buen número de veces. Son batallas largas, pues nuestro armamento no afecta en exceso a los jefes; así que conocer al dedillo su repertorio de ataques y cómo esquivarlos es fundamental. Son luchas que nos mandan de viaje a una época pasada en la que un pequeño error de cálculo nos podía costar una preciada vida o toda una partida.

Si los enemigos no son suficiente, los escenarios también suponen un reto en sí mismo, especialmente cuando llegamos a zonas repletas de pinchos, fuego o veneno, elementos que pueden mermar tu vida si das un paso en falso. Mención especial a las zonas de lava, que con un solo roce acaban con Willy. Será en estas fases en las que tendremos que poner a prueba toda nuestra habilidad de control de jetpack mientras esquivamos ríos de lava volcánica, dragones que nos persiguen y decenas de monstruos voladores que nos atacan.

Para equilibrar la dificultad y no penalizar en exceso al usuario encontraremos constantemente puntos de guardado que además nos regeneran la salud de Willy. De este modo, aunque haya fases muy difíciles, siempre tendremos un punto de control cerca para no tener que repetir zonas excesivamente largas. Esto puede no gustar a los amantes de la dificultad, pero hace accesible a mucha gente un juego que podría ser muy complejo en algunos momentos. Con todo, Willy Jetman tiene algunos puntos en los que el pico de dificultad parece salirse del gráfico, por ejemplo la lucha contra un enemigo con forma de insecto que me ha causado muchos problemas o las ya comentadas fases de fuego.

Willy Jetman boss acuático
Las batallas contra los jefes finales son los puntos más duros de Willy Jetman

Pixel-art galáctico.

El juego abraza esta moda actual de apostar por un estilo gráfico pixel-art que tanto parece gustar en el entorno indie. Se trata del aspecto menos llamativo, sin que esto signifique que esté mal hecho. Queda lastrado por la repetición de enemigos y la poca variedad de entornos y escenarios. Es cierto que hay diferentes zonas como cavernas, niveles acuáticos o castillos, pero la sensación es de algo que hemos visto ya en muchas ocasiones. La totalidad del juego sucede en un contexto de oscuridad, bien sea por estar dentro de cuevas o porque en Gravos siempre es de noche, creando una atmósfera general demasiado gris. De hecho, las mejores fases son las de lava o veneno en la que los tonos amarillos y verdes dan más colorido al juego. Con todo, Willy Jetman está lejos de ser feo, es un juego solvente, agradable de ver y tan divertido que prestaremos poca atención a estos aspectos. Lo he repetido mil veces, pero nunca está de más: en este género de videojuegos, la jugabilidad y el gameplay lo son todo, si esto funciona, el resto no importa.

Las fases con veneno o fuego dan color a un juego que quizás abusa de los tonos oscuros

Willy Jetman es ligeramente diferente al resto de juegos en pixel-art que solemos ver y se debe al tamaño de los personajes: son pequeños y tenemos la cámara siempre muy alejada de Willy. Esta decisión, que puede no gustar demasiado al inicio, es necesaria ya que permite que tengamos margen de maniobra cuando entren en escena grupos de enemigos. De haber apostado por unos sprites más grandotes seguramente la cantidad de monstruos y elementos en pantalla habría sido menor.

Para terminar, el apartado sonoro va en consonancia con lo explicado del gráfico: es interesante, la música acompaña correctamente a la acción, dando siempre un toque “galáctico” a la aventura, pero acaba siendo algo secundario. He echado de menos algo más de variedad, pues la repetición constante del tema principal, que es frenético y encaja con el espíritu del juego, acaba por saturar después de unas cuantas horas.

Puzles, secretos y mucha rejugabilidad.

Otra de las bondades del videojuego es la variedad de momentos jugables que ofrece al usuario. Tan pronto visitaremos escenarios abiertos en los que deberemos reciclar y tendremos mucha libertad, como túneles subterráneos diseñados de forma laberíntica en los que tendremos que abrir puertas mientras esquivamos torretas enemigas.

Además, raro es el nivel que no contiene un puzle, mazmorra o enemigo oculto opcional que tendremos que superar si nuestra intención es la de completar el juego al 100%. Por ejemplo, hay varias cavernas en las que se activan retos contrarreloj bastante difíciles que sólo completaremos si nuestro dominio del jetpack y armamento son altos. Muchas veces tocará dejar estos desafíos de lado y volver cuando tengamos las armas al máximo, ya que algunos son muy complicados. Ir al grano y acabar la aventura por primera vez puede llevarnos unas 6 o 7 horas si nuestra habilidad se demuestra alta. Pero quedarnos ahí sería desaprovechar el juego: tenemos logros, ídolos que recoger, secretos que descubrir y pequeños desafíos repartidos por el juego; elementos que pueden duplicar o triplicar las horas de entretenimiento.

Willy Jetman es un ejemplo de juego de duración perfecta. No deja la sensación de potencial desaprovechado y tampoco se hace repetitivo; siempre hay mecánicas, armas o desafíos nuevos que obligan al jugador a innovar y mejorar. Cuando lo terminas, la sensación es inmejorable, te has divertido, te has reído y te sientes un buen jugador. Y si te quedas con ganas de más, el juego ofrece contenido extra que sin duda motiva a seguir explorando el planeta de Gravos. Es cierto que estamos en Marzo y queda mucho año por delante, pero es el juego que mejor regusto me ha dejado en lo que llevamos de 2020. Podéis invertir los 13€ que vale (en Steam, 15€ en PS4 y Switch) en esta aventura de monos y astronautas con total tranquilidad.

Conclusión

Willy Jetman, con permiso de TemTem, probablemente sea el mejor juego que se ha cocinado en nuestra industria en lo que llevamos de año. Contar con un apartado gráfico retro y una jugabilidad muy arcade no le impide aportar un toque de frescura al género gracias a unas mecánicas que se salen de lo habitual en este tipo de juegos. El uso del jetpack, el gran diseño y libertad que ofrecen los niveles, el humor de los diálogos y la gran cantidad de contenido extra en forma de secretos, misiones y logros que ofrece hacen del juego una opción casi obligatoria para cualquier amante del mundo indie.

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Autor

Pese a mi continua obsesión con la literatura, los videojuegos y el deporte, logré acabar mis estudios de filología. Resido en Italia y adoro la pizza.

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