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Todo nace de una idea. Cada acción, cada proyecto, cada movimiento, es fruto de una chispa que lo inicia todo. Puede ser efímera, durar una fracción de segundo. Puede perdurar en el tiempo… o puede ser la base sobre la que empezar a escribir un texto hablando sobre ideas. Todo tiene un inicio. Las ideas son lo que mueven al ser humano.; aunque pocas veces reparemos en un concepto tan abstracto como cotidiano.
Cuando algo es tan innato, solemos olvidar que existe en nuestro día a día. Es la segunda vez que TLR Games me recuerda algo tan simple. La primera vez fue en conjunto con Brainwash Gang y su genial The Longest Road on Earth. La cotidianidad. Que concepto tan amplio y tan arraigado en nuestro ser. La complejidad de nuestro entorno nos obliga a priorizar y centrarnos en lo inmediato. En ser productivos y en obviar lo que nos distraiga de nuestro cometido.
Hay tantas cosas que dejamos por el camino…
Idea como concepto global
¿Quién repara en el concepto de una idea en un día normal? Si me paro a pensar “Se me ha ocurrido” es la frase que más se acerca en mi día a día. Sin embargo, somos y estamos rodeados de ellas. Tal vez, el afán del ser humano por darle a todo un símbolo, ha destrozado la naturaleza de su concepto. La reducción a una bombilla como estándar de idea, nos ayuda a llegar hasta su concepto, pero elimina por el camino la esencia… ¿o es una manera de facilitar su comprensión?
En este punto, mi espíritu curioso se ha despertado y no quiero defraudarle. Me he propuesto encontrar porque el ser humano asocia la bombilla con las ideas. A fin de cuentas, no es una asociación simple. Tiene que haber algo detrás.

Desde la antigüedad el ser humano ha utilizado con mucha frecuencia la simbología de la luz. Esto implicaba sabiduría. Los iluminados, los brillantes, los que pasaban más tiempo leyendo un libro a la luz de las velas, eran aquellos que más conocimiento guardaban. Todo esto eran conjeturas, hasta que en 1880, Edison mejora una patente que previamente había comprado. Su foto posando con una bombilla pronto lleno el imaginario colectivo. Un símbolo bastante claro, que reflejaba todo lo que se le otorgaba a la luz.
A partir de aquí el concepto se ha ido heredando. Tanto como sea un símbolo global. Tanto como para que Olli Huttunen decidiese crear un corto basado en este concepto. Un cortometraje donde la interpretación queda en el aire. Donde cada persona puede extraer un mensaje diferente, igual de válido para el propósito con el que se rodó: detenernos por un instante y recuperar la esencia del concepto de idea.
Idea como concepto jugable
He hablado de las ideas como un concepto cerrado al que solo se le puede atribuir un significado… y creo que no es así. Idea es un vehículo mudo que transmite a través de sus entornos y del recorrido que nosotros mismos decidamos. En estos viajes, podemos llegar a comprender que una idea puede ser cualquier cosa.
Una decisión, un punto de vista, una acción o incluso un pensamiento aislado que vaga buscando la manera de materializarse en algo concreto. En este último apunte, reside la esencia del juego. Una idea buscando llegan a convertirse en algo válido.

Aquí es donde el entorno digital se entrelaza con el real, creando un tablero de juego sobre el que interactuar. La propia realidad será testigo de como una idea llegará a buen puerto o morirá en el intento. Imágenes reales, grabadas en el norte de Europa, que reflejará varias realidades y entornos que cohabitan dependiendo de la dirección a la que llevemos nuestra idea.
Su concepto, muy cercano a lo que una máquina de pinball nos puede ofrecer, nos brinda la oportunidad de elegir el camino que queremos recorrer. Podremos evitarle todo obstáculo posible, reconducir su camino en la vía que nosotros creamos oportuna… o simplemente dejarla caer para ver a donde llega. Decisiones que nos llevarán a interactuar con nuestra idea y la de los demás. A empujarla para ayudar que llegue a su destino, aunque no sepamos a ciencia cierta cual será, corriendo la suerte de que, si no llegamos pronto al final de su camino, la idea desaparezca.
Desaparecer no significa perder. Las ideas no ganan, ni pierden. Aprenden. Lo que en un principio nos parecía un camino viable, puede que nos lleve hasta un mismo final. Lo que creíamos que era correcto nos lleva de nuevo a lugares en los que ya habíamos estado. El esfuerzo por explorar cada entorno, puede que sea en vano. Si esto ocurre, el aprendizaje es la recompensa. Esta idea no lo ha conseguido pero seguro que alguna lo hará. Alguna de las siete ideas finales lo conseguirá.

En este camino no estamos solos. Las ideas se desvanecen, pero siempre dejan un rastro. Una experiencia que podemos recuperar antes de que se pierda. Ideas de todo el mundo que nos aparecerán en nuestro camino y de las cuales podremos aprender gracias al mensaje que nos dejan. Una forma de conectar a cada jugador de una manera silenciosa pero efectiva donde, encontrarse con un rastro, nos entregará un aliciente para leer su mensaje.
Idea como experimento
Recorrer este desconocido mundo será una experiencia muy estimulante. Del completo desconocimiento pasaremos a la familiaridad en cuanto en nuestra cabeza se vaya generando el mapa de este complejo universo. Hay una intención clara en que entendamos las normas por las que se rige cada entorno y, si no llegamos a captarlas, que las entendamos interactuando.
No sabemos qué va a ocurrir cuando un coche toque nuestra idea. Podemos pensar que morirá… pero rebota. Estos pequeños experimentos, de ensayo error, se van entrelazando con los propios recursos que el video grabado nos va brindando.
A veces el camino se complica, fruto del corte entre entornos que hacen que no salgamos por donde nosotros esperamos y que nos saque un poco de nuestro enfoque.


Cuando nos vamos acostumbrando a un control sencillo y minimalista (en mi caso toques en la pantalla), Idea pone de su parte para brindarnos este tipo de variaciones. Mínimas pero suficientes para que volvamos a tomar interés en el entorno que nos rodea y queramos explorar donde estará esa siguiente sorpresa.
La exploración pausada es una manera de advertirnos. “Disfruta el camino, no hay prisa”. De esto también se encarga la música que nos acompaña durante nuestros recorridos, pensada para que nos sumerjamos en el camino y que no busquemos música externa para acompañarlo. Si ponemos de nuestra parte, todo lo que necesitamos está ante nosotros. Esperando a ser descubierto. Esperando a convertirse en una Idea.
Idea como juego
A veces necesitamos juegos como Idea. Entre tanto producto multimedia no nos damos cuenta de que, a veces, tumbarse en sofá, ponerse los cascos y explorar algo más relajado es una opción mucho más agradable. De este concepto se pueden sacar muchas conclusiones. Eso es lo bonito de juegos como The Longest Road on Earth o Idea, por citar dos del propio estudio. Conceptos que ahondan en algo más que la obtención rápida de un ganador o de un objetivo.

Un formato corto, rápido, que no nos llevará abordarlo más tiempo del que nosotros mismos queramos explorar. Podemos jugar con la esperanza de encontrar un final, de poder formar una idea al final; o podemos jugar a explorar lo que nos ofrece cada entorno. Siempre hay un detalle que se nos pasa. Siempre hay una idea que viaja por sitios que no conocíamos.
Sumergirse en Idea es tomarnos un tiempo para nosotros. Dejarnos llevar por sus escenarios, su música y su simpleza a la hora de transmitirnos su universo. Además demuestra que, dentro del concepto videojuego, todavía queda un amplio margen para poder explorar nuevas fórmulas. Echadle un ojo. Os prometo que es buena idea.
Autor
Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira.
Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos. De mayor quiero ser un gran pirata.