El director vasco de Todo por la pasta, la Caja 507 y No habrá paz para los malvados, Enrique Urbizu, se involucró en el verano de 1992 en un proyecto que le llevó hasta el desierto de Tabernas (Almería) y donde rodó su particular espagueti-western. «Una aventura», tal y como define el propio Urbizu, que culminó con el rodaje de una película que se utilizó en la máquina recreativa Los Justicieros.