Onirike. El sueño de Devilish Games

¿Qué pasa con los sueños que nunca se hacen realidad?

Los desarrolladores de videojuegos, y más aún los ‘indies’, tienen mucho que decir sobre los sueños que no se hacen realidad. La ilusión con la que se inicia no siempre es suficiente para que el sueño de crear un juego se cumpla e incluso, en ocasiones, llevar a término el trabajo ni siquiera es garantía de éxito y en poco tiempo acaba desapareciendo entre la marea de novedades que inunda Steam. Es posible que todos estos proyectos de videojuego que nunca han visto la luz se encuentren en el punto en que arranca el videojuego que analizamos hoy: Onirike.

Onirike, el último videojuego de Devilish Games, nos traslada a un orbe gigante donde terminan los sueños que nunca se hacen realidad. El protagonista de la aventura es Prieto, un ser que desconoce todo sobre sí mismo y que cada noche se despierta sin recordar nada de lo sucedido. Recorrer el oscuro mundo que le rodea e intentar dar sentido a su existencia será nuestro objetivo en este videojuego de plataformas en 3D.

Prietro recorrerá un extraño y oscuro orbe

En busca de la ilusión

Como sucedía en el anterior juego del estudio, Path to Mnemosyne, el punto fuerte de Onirike es la perfecta combinación entre narrativa y estética. En Onirike recorremos un mundo onírico profundamente pesimista, no en vano se trata del lugar donde terminan los deseos incumplidos de las personas. Todos los personajes que vamos encontrando a lo largo del videojuego son de aspecto grotesco o bien demuestran en sus facciones una gran tristeza. También el mundo que nos rodea parece estar envuelto en la desesperación y oscuridad. Seremos nosotros, encarnando la piel de Prieto, los que vayamos dando algo de luz e ilusión al entorno a través de nuestras acciones mientras ayudamos a los habitantes del extraño orbe.

La aventura de Onirike se nos presenta a modo de cuento, con un narrador que va siguiendo el desarrollo de los diálogos y las acciones de Prieto. A destacar el extraordinario doblaje de Stela Muñoz que no sólo hace de narradora, sino que imita las voces de los diferentes personajes con los que interactuamos, del mismo modo en que lo haría alguien que lee un cuento. Un doblaje de calidad conlleva unos costes y un esfuerzo importante – y más para un estudio pequeño – pero el salto de calidad que aporta es enorme.

Las descripciones y diálogos están repletos de refranes, frases hechas y rimas que acentúan el tono naíf y ligero de la aventura. Los personajes no son complejos y, como es típico en las fábulas, suelen contar con rasgos muy exagerados. Por ejemplo, conoceremos a Grand Mac, un ser rosa feísimo y tremendamente ávaro; al títere, cuyo objetivo es controlar a voluntad a otros personajes o a un extraño personaje que ha perdido toda su energía y no puede salir de un laberinto. Devilish Games ha realizado un interesante ejercicio narrativo y gracias al entrañable Prieto y su relación con los diferentes personajes (re)descubriremos la importancia de mantener la ilusión y luchar por cumplir nuestros sueños.

Estos dos personajes se contradicen constantemente

Evitando el amanecer

Es complicado describir el mundo de Onirike. Toda la atmósfera del juego es fría y sombría, predominando los entornos azulados o verdosos y con una constante niebla que aporta el toque ‘de pesadilla’, pero en ningún momento llega a ser tétrico o a pasa al plano del horror. Se asemeja al tono de Tim Burton o de películas como Pesadilla Antes de Navidad o incluso Dumbo, con ese inicio en un circo repleto de personajes de diseño perturbador, pero simpáticos a su modo. Incluso Prieto, nuestro protagonista, es un ser de extrañas proporciones y ojos cansados, alejado del arquetipo de héroe de videojuegos al que estamos acostumbrados. Un trabajo de diseño artístico que bebe del narrativo, y viceversa.

Onirike es mucho más que la suma de todas sus partes. El surrealismo y la aleatoriedad que vivimos cuando soñamos está bien representado en Onirike: tan pronto recorremos un lugar llamado Mar de Dudas repleto de tentáculos gigantes como estamos saltando entre trozos de salchicha o escalando un volcán. El mundo de Onirike es grande y abierto. Pasada la hora inicial en que se nos enseñan las mecánicas principales, podremos elegir hacia donde ir y explorar el mundo a nuestro antojo, sin tiempos de carga, sin restricciones. Sólo cuando llega el amanecer y Prieto viaja a los campos de gypsophila el videojuego adquiere luminosidad; fase que, afortunadamente, no dura mucho ya que su diseño (y control) es bastante pobre.

Ahora bien, si nos paramos a mirar detenidamente los elementos del escenario, le veremos las costuras al videojuego. Notaremos texturas con poco detalle, zonas parecidas entre sí o con poquísimos puntos de interés y enemigos que se mueven de una forma un tanto torpe o robótica. Pero hay que poner todo en su contexto, Onirike es la primera obra de esta magnitud de un estudio que, pese a ser de los más estables de nuestro país, sigue siendo un indie con recursos limitados. Si buscamos el error, lo encontraremos, pero es de alabar que Devilish Games haya logrado construir en torno a Onirike un universo con una atmósfera surrealista tan lograda y poblado con personajes que transmiten carisma con tan solo unas líneas de texto y su diseño. Eso sí, habría apreciado más presencia de estos durante la aventura.

No parece muy apetecible esa pizza

Un mundo abierto de plataformas

La fuerza de Onirike no reside en las plataformas sino en la exploración con total libertad del orbe, aunque tengamos que adecuarnos a los límites de nuestro protagonista. Si Prieto está más de unos cuantos segundos sin recoger flores de gypsophila, se volverá invisible y, al cabo de un tiempo, desaparecerá definitivamente. Por este motivo, en todo momento tendremos que ir cultivando estas flores por todo el mapa al tiempo que exploramos. Si nos quedamos sin gypsophila tendremos que esperar al amanecer en una piedra del recuerdo (que funcionan como checkpoints) para ir a recoger esporas.

Al inicio puede ser un poco tedioso y cada poco tiempo tendremos que buscar las piedras para visitar el campo de gypsophila, pero a poco que vayamos recorriendo el orbe podremos aprovecharnos de las plantas que hayamos plantado previamente. Además, este ejercicio también cumple una función narrativa: la gypsophila representa la ilusión que ilumina, poco a poco, el oscuro orbe.

Las partes plataformeras son lo mejor de Onirike

Más allá de esto, Onirike consiste en recorrer el mapa en busca de siete fragmentos de llave que nos abrirán el pozo de las realidades. De nosotros depende decidir en qué orden realizar los encargos. Normalmente consistirán en superar una determinada zona plataformera, resolver pequeños puzles o llevar algún objeto a un personaje. Las fases de plataformas son las que más me han gustado, evocando los tiempos gloriosos de los plataformas 3D de PSX, pero he de confesar que otras misiones me han parecido algo simples y menos inspiradas. Por último, por el mapa encontraremos diferentes enemigos, pero más allá de provocarnos alguna que otra muerte, basta hacerse invisible para evitarlos y acaban por ser un pequeño obstáculo casi anecdótico.

Onirike es una aventura divertida y entretenida, pero difícilmente supondrá gran reto. Dependiendo de las vueltas que demos para realizar las misiones el juego nos durará entre 4 y 6 horas. Nos ofrece un mundo interesante, pero en el que, salvo las misiones para conseguir los fragmentos de llave, no encontraremos nada que hacer. He echado en falta misiones secundarias, pequeños retos, personajes extra, lugares con plataformas que requieran algo más de habilidad y, en definitiva, un poco más de contenido que invite a explorar hasta el último rincón del orbe.

Conclusión

Onirike es la historia de Devilish Games y tantos otros estudios y personas hecha videojuego: un gran recordatorio de la importancia de cultivar la ilusión y trabajar en cumplir nuestros sueños. Pese a ambientarse en el lugar oscuro donde acaban los sueños fallidos, Onirike es un juego repleto de ilusión, con una gran historia, carismáticos personajes y un estupendo doblaje. He disfrutado profundamente el viaje de autodescubrimiento de Prieto y sólo he echado en falta algo más de contenido, plataformas y variedad en las misiones para aprovechar al máximo el fantástico mundo abierto que ofrece.

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