FICHA DE CRÍTICA

He prometido ser terapéutico y espero que lo haya conseguido. Yo tuve que serlo conmigo mismo después de pasar dos horas contra el mismo jefe final, a punto de conjurar a Satán, Belcebú y Constantine para que me salvasen del infierno judeocristiano que estaba sufriendo. Sobre todo cuando, después de todo este viaje con sus más y sus muchos menos, el único premio que recibe el jugador por la paciencia y tiempo invertidos, al final, es un cartel que reza «Gracias por jugar (perfecto para después del café)». Sólo puedo responder: De nada (perfecto para palomitas grasientas y una tarde de serie B).

Leer en su medio original
50
 
31/10/2014

  Compartir