FICHA DE CRÍTICA

Se echa en falta, quizá, esa dualidad que sí lucía Tenchu: el cambio a una especie de "modo combate" cuando éramos detectados, donde la ventaja del ninja escondido se desvanecía pero seguíamos teniendo alguna posibilidad de surgir victoriosos del enfrentamiento directo. La nula importancia de la espada, que debería ser el alfa y el omega de la ambientación elegida, es quizá lo más irritante de Aragami: haberla convertido solo en un medio, en una herramienta de eliminación sin peso, sin fricción y sin sensaciones es una verdadera lástima que empaña un poco una experiencia por otro lado solvente y sólida. 

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70
 
04/10/2016

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