DeVuego PR_ES | PRensa ESpañola de Videojuegos

En pleno 2023 no voy a descubrir a nadie el hecho de que el desarrollo de videojuegos en España ha alcanzado un nivel que hace unos años ni podíamos imaginar. Sin embargo, sí que me gustaría destacar algo que no puede hacerme más feliz: la evolución continua del search action, una propuesta en la que incluso una sola persona es capaz de plasmar su amor por la fórmula en un título que, más allá de los guiños que alberga, presenta argumentos suficientes para considerarse una de las sorpresas del año pasado.

Disfrutar durante más de treinta horas me ha dejado un gran sabor de boca. Su apuesta por las mecánicas de plataformas de antaño, esas en las que a menudo no había enemigo más peligroso que la autoconfianza a la hora de realizar un salto, así como su cuidada dirección de arte o el carisma de sus personajes, ha logrado conquistarme en la recta final de un 2021 marcado, precisamente, por la amplia oferta de alternativas en uno de mis géneros favoritos.

Song of Horror es una oda al survival horror de los años 90, aunque también apuesta por algunos elementos que hemos visto en los —pocos— referentes del género que nacieron más allá de los 2000. Una experiencia diseñada con suma inteligencia, compleja como ella sola y capaz de mirar de tú a tú a esos nombres propios que copan las posiciones más altas de las listas que todos hemos elaborado alguna vez, esas en las que listamos nuestros videojuegos favoritos. Más allá de algún que otro problema técnico, no tengo un solo reproche para él.

En definitiva, ¿merece la pena apostar por Alex Kidd in Miracle World DX? Es la pregunta que siempre surge cuando se aborda la crítica de un videojuego, y en este caso es sumamente fácil de responder: sí. La posibilidad de jugar a la versión original —o pasar del remake a ella en un abrir y cerrar de ojos— es suficiente para dar lugar a una nueva oportunidad de disfrutar del clásico de los ochenta. Además, el trabajo realizado en lo que al lavado de cara se refiere es notorio, más allá de algunas decisiones en lo referente al apartado audiovisual que deberán ser valoradas por cada persona pero que, al fin y al cabo, están ahí para ofrecer una nueva visión del título.

Mi viaje por la isla duró en torno a siete horas. Conforme me acercaba a la misma, no era capaz de hacerme una idea sobre lo que estaba a punto de encontrarme, pero un pálpito me decía que mi principal enemigo no sería ni una suerte de aberración cefalópoda, ni oscuras visiones dispuestas a poner a prueba mi cordura. No me equivoqué; el único obstáculo que se ha interpuesto en mi camino hacia las respuestas ha sido mi capacidad para interpretar los entresijos de la obra de ingeniería que otros llevaron a cabo en tiempos pasados. Intuición, supongo. Aunque, pensándolo bien, ¿acaso el amor no nace de ella?