FICHA DE CRÍTICA

A Place for the Unwilling se dispersa a lo largo de las numerosas manifestaciones de sus grandes aspiraciones. Quiere ser ciudad, quiere crear distancias, quiere que el acercamiento al fin del mundo sea compartido, contrastado y ecológico, pero no llega a decidir si quiere que seas solo un testigo o el centro de su universo. Sobre esta voluntad pesan los fallos de ejecución y un diseño narrativo mucho más preocupado por su propia musculatura que en ser un vehículo para voces ajenas. La pulsión que acaba marcando la obra es la del misterio, la de la madeja de enigmas que desentrañar antes de que se acaben las horas, y que acaba filtrándose a todos los paseos, todas las conversaciones, todas las vidas. Puede que, si sus problemas técnicos se solventan, A Place for the Unwilling consiga guiar a los jugadores hacia el corazón de sus gentes y sus historias, o, al menos, devuelva una ciudad más mediada, más sensible y más capaz de entender que la ecología de la muerte compartida se construye mejor con la poética del juego que con un despliegue narrativo excesivamente calculado y autocomplaciente. Pero para eso habrá que volver otro día.

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29/07/2019

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