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Insomnis no es perfecto; de hecho, no le vendrían nada mal nuevas mecánicas, una duración algo más extensa (ronda las tres horas) y un apartado visual más conseguido, pero es indiscutible que su atmósfera cumple, con esa dualidad luz-oscuridad tan bien trabajada y con la configuración de unos pasillos cadavéricos que dan bastante mal rollo, y su apartado sonoro está a un nivel considerablemente alto. No es uno de esos títulos que te provocarán sobresaltos esporádicos, sino que su tensión se va cociendo a fuego lento, hasta el punto de que es el núcleo de toda la fórmula. Le falta también un poquito más de claridad con sus puzles ambientales y algo más de ambición; de todas formas, si tenemos en cuenta lo humilde del desarrollo, hay cosas que simplemente no podemos pedirle. En esencia, si eres un fan incondicional de la obra de Frictional Games (Amnesia, Soma…) y de sus múltiples y variables vástagos, es más que probable que Insomnis te dé una buena noche de terror psicológico; si no, es evidente que no te va a convencer. El estudio, en cualquier caso, demuestra buen criterio y tiene potencial, que al final es lo más importante en la iniciativa PlayStation Talents.

La idea es muy buena, pero está mal ejecutada; con algo más de precisión, podría haber sido un título a tener en cuenta. Tiene demasiados defectos.

Aunque su somero hilo argumental y su ambientación distópica y extraterrestre son sin duda más originales que su diabólica propuesta jugable, HyperParasite consigue ser un notable y variado rogue-lite que es capaz de mantener enganchado al jugador durante horas y horas. Se echan en falta algunas labores más de equilibrio de personajes, quizás algo más de profundización mecánica, y una banda sonora algo menos estridente, pero su mordaz humor, las fantásticas sensaciones de pequeños triunfos que esconde, y, especialmente, su planteamiento cooperativo y la ensalada de balas, proyectiles y ataques consiguen que sus imprecisiones queden en un segundo plano. Es absorbente, divertido y, sobre todo, ideal para descargar adrenalina.

Song of Horror no está exento de decisiones creativas cuestionables, pero posee un hechizo especial y la magia de los survival horror de antaño.

Gris es una auténtica maravilla; es una obra alegórica, profunda y evocadora en la que apenas se pueden apreciar defectos, más allá de su escasa duración y rejugabilidad. No es un juego para tomárselo con prisas o para cubrir las tardes muertas de un fin de semana, sino para disfrutarlo en uno de esos días en los que el alma se siente especialmente inquieta, con ganas de descubrirse a sí misma. Está claro que su apartado audiovisual entra por méritos propios en el Olimpo de los videojuegos, pero es precisamente su carácter conmovedor, honesto, y metafórico lo que lo coloca como uno de los mejores juegos del año, y uno de los grandes títulos independientes de la presente generación. Toda una joya.