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Podría decir que sus gráficos son sobrios, pero agradables, que su apartado sonoro es más que correcto, con un cuidadísimo doblaje que ayuda a unos ya de por sí geniales diálogos, que su jugabilidad es magistral y que su duración, si añadimos las diferentes misiones y los logros a conseguir, se dispara a una buena cantidad de horas. Podría decir todo esto y más, pero mejor no. Prefiero quedarme con las sensaciones que este juego me transmite; con su humor eficaz e irreverente, con su frescura, su libertad, aunque sea vigilada, con la adicción que provoca, y prefiero quedarme, sin duda alguna, con que un día alguien decidió abandonar su próspero y lucrativo empleo en Ubisoft, para trabajar en algo en lo que creía a pies juntillas, y que resultó ser, pese a su sencillez, o quizá gracias a ella, uno de los mejores juegos que he tenido el placer de disfrutar. ¡Chapó!

Una buena aventura gráfica donde el argumento y los pesonajes brillan con luz propia. Un thriller con intrigas, asesinatos, sectas satánicas que te mantendrá enganchado unas cuantas horas.

Zombie Panic in Wonderland es el juego perfecto para echar unas risas junto a un colega al que hayas invitado a casa, porque eso si, al carecer de online, ya nos podemos ir olvidando de otro tipo de colegas. Aun así, las risas están aseguradas.

En resumen, un juego dirigido a jugadores de perfil “medio” no demasiado exigentes, niños y fans incondicionales de la película. El resultado: Es perfectamente prescindible, incluso hasta para los más pequeños. Y es que el juego es malo, pero con ganas. La historia “principal” queda enmarañada y oculta por lo deslavazado de las misiones, sin verdaderos nexos de unión entre ellas. Las misiones “secundarias” aburren por lo repetitivo y cansan por la dificultad exagerada. Y el producto no es “rejugable”, ni pese al multijugador.