El juego está planteado espacialmente en una especie de tres dimensiones que ocupan menos de la mitad de la pantalla. La otra mitad es para un manillar de bici y los marcadores de tiempo, marcha y nivel de cansancio. El paisaje está formado por un senderillo en el que hacen su agosto los altibajos, inundado de objetos esquivables y zonas de barro y agua. Cuando el esfuerzo físico haga mella en tu cuerpo, dispondrás cada cierto tiempo de una serie de personajes hospedados a un lado del circuito con los que aliviarás la tensión del momento.
Y esto es todo, pero todo, todo, pues, aunque compañías como Ocean se empeñen en demostrarnos que en la simplicidad está el gusto, esto, evidentemente, no es norma general.