He soñado que soñaba es una obra valiente no sólo por tratar de adentrarse en los vericuetos los videojuegos japoneses de narración compleja, sino, también, por creer en el lector como parte fundamental de su texto: Adrián Suárez no quiere darnos las cosas masticadas, ni respuestas categóricas, quiere que nos impliquemos, que sudemos, que dudemos… Porque esa es la base: la ambigüedad, la obligatoriedad de que el receptor cree un discurso que nunca estará del todo cerrado, pero que nos hará explorar terrenos pocos familiares, incluso incómodos. Porque somos exploradores en terrenos ignótos, dibujando el mapa a medida que lo recorremos, recitifándolo a medida que volver a andar por los caminos ya transitados. Os aviso que si léeis este libro, va a ser difícil que escapéis al embrujo de 13 Sentinels: Aegis Rim, Metal Gear, Death Stranding, Final Fantasy XV… Si no habéis estado nunca allí, podréis verlos con ojos más sabios; si ya habéis estado allí, observaréis cosas que antes nos eran invisibles. He soñado que soñaba nos lleva así, precisamente, a ese momento de satori, de iluminación, de soñar, al fin, despierto.