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A mediados de los 90, el desarrollo español de videojuegos se encontraba en uno de sus momentos más bajos: sólo las sagas deportivas de Dinamic Multimedia mantenían el tipo, y poco más que eso se producía en nuestro país.
Sin embargo, a finales de 1995, fruto de la colaboración del estudio de desarrollo Noria Works y la editora Friendware, aparecía un soplo de aire fresco: un videojuego de conducción arcade. Algo que cuanto menos se distanciaba de lo -poco- que se venía haciendo en nuestro país por aquel entonces.
Speed Haste -curioso el título, dado que Haste es sinómimo de Speed, sería como llamarlo “Velocidad Velocidad”- aparecía en una excelente época para los juegos de conducción arcade, con Screamer, IndyCar Racing II o Fatal Racing entre los más destacados, aunque, realmente, el título de Noria Works no se parecía en demasía a ninguno, lo que lo convertía en una alternativa bastante interesante para los fanáticos de la velocidad.
Incluía dos tipos de competición: Fórmula 1 y Stock (más conocidos como NASCAR); con los clásicos modos de juego: práctica, carrera única, campeonato, contrarreloj y multijugador. En este último modo, podían competir 2 jugadores a pantalla partida o hasta 4 jugadores en red.
La jugabilidad era marcadamente arcade, y aunque el control sí era diferente entre los Fórmula 1 y los Stock -estos derrapaban más-, realmente era muy sencillo -demasiado quizás- dominar cualquier coche.
Gráficamente podríamos decir que se encontrabra en un nivel medio. Tenía aspectos cuidados, como el sombreado de los coches o algunos detalles que por aquel entonces no eran comunes en todos los juegos de conducción. Sin embargo, fallaba en otros aspectos como las texturas, que eran muy pobres. Yo, que lo jugué en su momento con un PC que superaba ampliamente los requisitos recomendados, puedo decir que, con sus altibajos, el conjunto era más que aceptable.
El gran defecto de Speed Haste era su diseño exageradamente arcade. No ya sólo por su excesiva facilidad de conducción, sino por el escaso recorrido que tenía: con tan sólo 8 circuitos y 2 tipos de coche, y la facilidad con la que ganábamos carreras, los más habituados a la conducción no tardaríamos ni siquiera 1 hora en acabar el juego, y tampoco invitaba mucho a rejugarlo, porque nos volveríamos a encontrar con lo mismo.
Speed Haste es uno de esos juegos que uno recuerda con cariño, a pesar de su limitada calidad. Quizás porque lo conseguí a un precio irrisorio, y lo jugué entre una marabunta de juegos, y porque duró poco pero me divirtió en su momento, lo recuerdo con cierto cariño, a pesar de sus obvias carencias. No obstante, me ha parecido interesante recordar este juego por ser una muestra de la situación del desarrollo español a mediados de los 90.
Autor
Creador y Director de DeVuego. Padre. Informático. Ex-Vocalista de Death Metal. Pierdo el poco tiempo libre que tengo haciendo webs de videojuegos como esta.