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A todos nos han llegado teorías refutadas que dicen el ser humano no llegó a la Luna, que hay una isla con miles de personas famosas que para el mundo común han pasado a mejor vida o el último hit, que dice que la Tierra no es tan esférica como nos han hecho creer. Si bien hay algunas que no tienen donde sostenerse, hay una que todos hemos oído y que aún no se ha demostrado lo contrario: nos oyen y nos ven, están por todas partes. Cuando vamos a hacer la compra, cuando estamos en el trabajo o cuando nos vamos de vacaciones, ellos lo saben. La identidad de “ellos” puede variar dependiendo de quien lo cuente (FBI, Illuminati, etc). El 24 de Octubre de 2018 salió a la venta Do Not Feed The Monkeys, tratando de aprovechar ese hueco que deja la teoría para argumentar su premisa y darnos el control de uno de sus integrantes.
Todo empieza como cualquier otro día: nos despertamos en nuestro pequeño piso y encendemos el ordenador. Esta vez nos llega el mensaje de los de arriba diciendo que estamos aceptados en el Club De Observación de Primates y nos habla por el chat nuestro colega, ese que nos ha conseguido meter en el grupo clandestino. Tras repasar con él las estrictas normas del club, que consisten en no hablar a nadie del club, no interactuar con los primates ni alimentarlos y tener acceso a un número concreto de cámaras de otras jaulas, ya que el comité de evaluación vendrá a comprobarlo un día en concreto. Si las tenemos, subiremos de nivel en la agencia, pero si no, termina nuestra aventura. Instalamos la MonkeyVision y comenzamos.
A nuestra disposición tenemos 6 cámaras, pero lo que se muestra en estas no son primates precisamente. Alguna vez lo fueron. En ellas aparecen diversas situaciones que parecen no estar escogidas al azar. Un sótano con una cámara de fotos equipada con tripode y objetivo, un museo lleno de gente o una habitación de alguien que no se separa de su ordenador de sobremesa. Haciendo click sobre diversos objetos o en las palabras señaladas de los diálogos que suceden a determinadas horas del día las anotaremos en la agenda. En esta están los casos de cada celda y podremos introducirlas en el navegador web para recabar información adicional. Cuando hayamos conseguido un grupo de palabras, podremos hacer una deducción más precisa.
Con estos nuevos datos nos surge una oportunidad. Un número de teléfono o una dirección de correo y, ¿Por qué no? Estamos viendo que se comete alguna injusticia o que alguien necesita ayuda. Aunque las reglas dejan claro que no se puede alimentar a los monos… mientras no se enteren… Mientras nos lo pensamos mejor, nos llega un email de la casera que nos comunica que mañana se pasará a cobrar sus 90$ de alquiler.
Tras revisar las finanzas en las notas de ordenador, el calendario y lo que cuesta cada una de las nuevas cámaras y las nuevas funciones, como la capacidad de grabar unos segundos lo que está sucediendo, miramos la cartera y descubrimos que vamos a tener que conseguir un segundo empleo que no nos quite mucho tiempo si no nos perderemos lo que sucede con el sujeto de la cámara 4. Nos damos cuenta de que nos ruge el estómago y de que nos está empezando a entrar sueño ya que son las 23:35 de la noche. En la puerta hay colgados varios anuncios que, por unas horas de trabajo, pagan al instante. Toda la noche por delante y tenemos que dormir, ir al mercado después vislumbrar la soledad de ese yogur en la nevera y trabajar porque no tenemos dinero para pagar a la casar.
Y así pasa la semana. Hemos dormido poco, la casera ha interrumpido una conversación en la cámara 5, nos hemos quedado sin fondos y aún no sabemos qué hacer en la celda 2, la que nos muestra un almacén en el que no ocurre nada que salga de lo habitual. Aunque la pizza y el café que nos hemos tomado no nos han sentado bien, ya empezábamos a ver borroso. Lo bueno es que hemos aprendido las rutinas de algunas celdas y podemos ir al mercado o probar las nuevas aplicaciones que hemos desbloqueado al subir de nivel en el programa de investigación de primates entre que pasa algo interesante y no. Lo malo es que el sueño se acumula al igual que el hambre, le hemos dejado dinero al vecino para que compre cerveza y seguimos teniendo que trabajar cuando podemos —quitando la prioridad a las investigaciones mientras tanto—, ya que todo lo que habíamos ahorrado lo gastamos en el alquiler, la comida y sobretodo en las nuevas funciones de MonkeyVision, nuestra herramienta de trabajo.
Y así transcurren los días hasta que llega el comite de evaluación, no hemos conseguido el número de cámaras suficientes y nos comunican que ya no cuentan con nosotros. Así es una partida a Do Not Feed The Monkeys. Tras el fundido a negro final, nos hacen un resumen de lo que ha pasado con los protagonistas de los distintos casos, tanto resueltos como no resueltos y vuelta a empezar. Tras varias vueltas, mi mayor logro fue llegar a la tercera evaluación con 21 celdas disponibles habiendo resuelto unas tres o cuatro.
Do Not Feed The Monkeys está bien equilibrado teniendo en cuenta la alta dificultad del mismo. Desde que instalamos MonkeyVision ya tenemos varias cosas que hacer. Lógicamente, a medida que empecemos partidas iremos más rápido ya que sabemos resolver celdas, pero con la vista puesta en el día de la evaluación, iremos cargándonos de más casos por resolver, teniendo que dejar algunos atrás.
Dedico mención especial al equipo de guion de Fictiorama Studios, que han sabido plasmar situaciones interesantes en las que queremos llegar hasta el final para resolver el dilema de los protagonistas, a veces por su bien y otras para su desgracia. Hay un modo “fácil” en el que la gestión de recursos es más amable para llegar al fondo de estas con más facilidad, pero no desbloquearemos los logros.
Conclusión.
El estudio se sumerge en las paradojas, retóricas e incluso en las desgracias del ser humano para plasmarnos situaciones y darnos la oportunidad de resolver la pregunta de qué haríamos si viésemos una injusticia cometerse. Desde luego, casi todos los casos nos obliga a posicionarnos a favor o en contra de aspectos que pasan en las calles día a día y, cuando creíamos que habíamos ganado, retuerce aún más el caso para decirnos que no siempre la que parece la solución correcta es la mejor.
Autor
A veces informático, otras guitarrista. Calvo a tiempo completo. Me flipa el punk rock y las fabes asturianas, pero todavia no he probado a mezclar las dos cosas. Jugador a veces de sofá, otras de silla y escritorio, pero jugador al fin y al cabo.