De la mano de Ao Norte, Tiny Garden se presenta como un simulador agrícola que, entre puzles, gestión de recursos y decoraciones de todo tipo, nos sorprende para quedarse como un gran juego para pasar un rato tranquilo.
Un juguete lleno de vegetales y nostalgia
A primera vista, este juego nos transporta a uno de los juguetes míticos de la infancia noventera: el estuche “Polly Pocket”, que contenía todo un universo de elementos decorativos y escenarios en su interior. Y es que este juguete cobra vida en el juego, ya que no solo podremos decorarlo tanto por fuera como por dentro, sino también cultivar vegetales sin fin en su jardín. Este elemento nostálgico no se queda ahí, pues en su afán de retrotraernos en el tiempo, iremos descubriendo la historia de la vida que hay tras este juguete.
Así pues, uno de nuestros objetivos principales en el juego será conseguir semillas con las que plantar diferentes vegetales y así hacer crecer nuestro jardín mientras nos relajamos y evadimos en el proceso. La manera de plantar es muy sencilla, y a la vez muy adictiva: colocaremos las semillas en el terreno adecuado para cada una, y al accionar la manivela, crecerán y podremos recolectar nuestros vegetales. A medida que cultivamos, desbloquearemos nuevo espacio de terreno para sembrar más semillas, áreas adicionales dentro de nuestro juguete, y colecciones que ampliarán tanto el número de semillas disponibles como las opciones de mobiliario y decoración. También podremos desbloquear herramientas que nos permitirán crear diferentes tipos de terrenos, necesarios para cultivar algunos de nuestros vegetales.

Cultivar engancha más de lo que crees
Las mecánicas de Tiny Garden combinan de manera muy acertada la gestión de recursos con pequeños desafíos de tipo puzle, logrando un juego divertido y adictivo, pero sin perder la esencia relajada que lo define. Para plantar cada una de las semillas necesitaremos preparar el terreno adecuado, y aquí cobra especial importancia el uso de herramientas. Estas herramientas, que van desde fuentes que crean terrenos anegados hasta simpáticos gnomos que generan terreno hojoso a su paso, nos permitirán transformar cada casilla de nuestro jardín para adaptarla a las necesidades de los diferentes vegetales.
La colocación de semillas no es algo que podamos hacer de manera despreocupada: algunas plantas modifican el terreno a su alrededor al crecer, pudiendo impedir la siembra de otras. Por ello, planificar bien dónde plantar cada vegetal será clave para aprovechar al máximo el espacio disponible y no perder cultivos (aunque a veces sea inevitable). Asimismo, el aspecto de descubrir cada una de las diferentes semillas resulta especialmente divertido, ya que, al desbloquear nuevas colecciones, deberemos descubrir cada una de ellas a través de combinaciones de diferentes vegetales que tengamos. Esto nos llevará a cultivar diferentes cantidades de cada uno de ellos para, en el terreno adecuado, cultivar y descubrir estos nuevos vegetales, los cuales son presentados con descripciones maravillosas.
Más allá de las mecánicas estratégicas, hay un detallazo que, personalmente, me hizo mucha ilusión. Y es que, al cultivar nuestros vegetales, existe la posibilidad de conseguir versiones shiny, variaciones especiales que podremos coleccionar y que nos animarán a hacernos con todos.

Sembrando vegetales, cosechando recuerdos
Resulta muy interesante la forma en la que el juego desarrolla su narrativa a través de la jugabilidad. Cada vez que colocamos un mobiliario diferente o cosechamos una nueva planta siguiendo un patrón específico, desbloqueamos cartas. Estas cartas no solo nos dan pistas sobre cómo cultivar nuevas plantas, sino que también desentrañan el origen de nuestro juguete y la historia que lleva consigo. Además, muchas cartas nos conectan con la actualidad, provocando saltos en el tiempo donde descubrimos más sobre nuestra vida como protagonistas, sobre nuestra familia y sobre el papel simbólico de nuestro juguete en todo ello.
Gracias a esto, Tiny Garden tiene una capa extra de profundidad que hace del juego una experiencia más entrañable y reflexiva, sin perder su esencia más chill como juego relajante perfecto para desconectar.

Plantar tu propio estilo es clave
La decoración es uno de las aspectos más importantes del juego. En el apartado de personalización, podemos usar nuestros vegetales como moneda para comprar una gran variedad de mobiliario, pegatinas, aspectos y diferentes ambientes. Todo esto nos permite cambiar el fondo del juego, decorar las diferentes estancias de nuestro juguete y darle distintos toques de color a su carcasa. Destaca completamente la enorme variedad disponible y el mimo evidente que el equipo ha puesto en cada objeto decorativo, especialmente en las pegatinas, que son súper bonitas y están genialmente ilustradas. Además, el hecho de que podamos asignar aspectos diferentes a cada uno de nuestros vegetales añade todavía más posibilidades, pudiendo crear combinaciones únicas y darle un estilo propio a nuestro jardín.
Sin duda, el apartado decorativo es una parte en la que pasamos bastante tiempo en el juego, y gracias a ello Tiny Garden se convierte en un juego altamente creativo y personalizable, adaptándose al gusto y la forma de relajarse de cada jugador.

Arte y música que florecen en cada momento
Si todos los aspectos de Tiny Garden están cuidados con mimo, el apartado artístico lo está aún más. El juego mantiene una estética muy cozy, visualmente satisfactoria, con una paleta de colores que hace que todo se sienta como parte del mítico juguete. Desde nuestro jardín hasta el mobiliario con el que decoramos los diferentes espacios, todo conserva ese toque artístico encantador, logrando que el conjunto se sienta genuinamente de juguete.
La música encaja perfectamente con la estética del juego, convirtiendo la experiencia en algo muy relajante y acogedor: un momento donde podemos desconectar, descubrir nuevos cultivos y sentir que el tiempo simplemente se detiene. Un detalle especialmente interesante es que, a medida que vamos desbloqueando colecciones de semillas, la banda sonora añade nuevas melodías que se intercalan con las anteriores, aportando así más variedad y enriqueciendo todavía más nuestra experiencia.
Gracias a este cuidado en los detalles, el juego logra no solo ser visualmente atractivo, sino también emocionalmente reconfortante gracias a su música, convirtiendo cada sesión de juego en una pequeña escapada de calma y creatividad.

Conclusión
Tiny Garden es, sin lugar a dudas, uno de esos juegos que, una vez que los pruebas, se convierte en tu refugio de confianza para desconectar y relajarte. Combina pequeñas dosis de desafío con una atmósfera acogedora y llena de calma, ideal para esos momentos en los que simplemente quieres disfrutar sin presiones. Gracias a su enorme variedad de elementos decorativos, posibilidades de personalización y su apartado artístico tan cuidado, cada jugador puede construir un espacio único, mágico y totalmente a su gusto. La música, tan suave y envolvente, pone la guinda a una experiencia que resulta profundamente satisfactoria, chill y emotiva. En definitiva, Tiny Garden se consolida como un juego imprescindible para quienes buscan una forma relajante, creativa y entrañable de escapar del ajetreo del día a día.
Autor
Psicóloga en proyecto, amante de los videojuegos y fascinada por la tecnología desde que aprendí a encender un ordenador por primera vez.