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Nova: Cloudwalker’s Tale – la excelente experiencia de pasear entre las nubes

Cuando empecé a escribir sobre videojuegos españoles, adentrándome en la industria, sus peculiaridades y sobre todo sus desarrollares, el concepto Game Jam quedaba muy lejos para mí. Por aquel entonces no podría haber concebido que un proyecto creado en apenas una semana pudiese -con el tiempo- convertirse en un juego completo.

Sin embargo, hoy en día es algo que disfruto muchísimo -desde la tranquilidad que me otorga poder escribir sobre ello y no participar, todo hay que decirlo-. Cada jam que se anuncia la sigo con una tremenda ilusión puesto que se que me voy a encontrar propuestas tan creativas como lo es -en el caso que nos ocupa- Nova: Cloudwalker’s Tale.

Hace ya casi dos años largos que pude jugar a una versión temprana de Nova. Una que todavía tenía la etiqueta puesta, recién salida de la Spain Game Devs Jam III de 2021. Desde entonces han cambiado muchas cosas. Sin ir más lejos la primera vez que jugué a Nova: Cloudwalker’s Tale fue con distancia de seguridad y mascarilla incluida en una Ultralan que reunía a miles de personas, deseosas de dejar atrás el confinamiento y asistir a cualquier evento que se organizase fuera de las cuatro paredes de su hogar.

Allí, pegados a un ruidoso escenario se encontraba la zona indie, intentando sobrevivir entre cada grito atronador por alguna racha de asesinatos de algún jugador de League of Legends. Sin embargo, no olvido aquel día donde pude conocer a Dre Otero y Fer Gueler que con mucha amabilidad me mostraron su pequeño proyecto.

Aquel juego me llamó la atención al instante. Parte de su encanto reside en un apartado visual precioso que te obliga a parar un momento. No todo el mérito se lo llevó su arte, si no su esencia al poder jugarlo, donde Racoon & Sheep planteaban un juego de puzles mezclando el genérico convencionalismo “arrastrar y soltar” -muy común en el género- con unas ideas innovadoras fruto de la premisa de la jam: “Unión”.

Estas dos características les concebía una libertad que solo conocería el límite de la creatividad que ellos mismo quisieran volcar. Esto es Nova: Cloudwalker’s Tale.

Caminando entre las nubes

Entrar dentro de la propuesta de Nova: Cloudwalker’s Tale es encontrar un remanso de paz. Puede parecer raro pero es una de las primeras sensaciones que tuve al jugar un par de niveles. Dentro de sus mecánicas, pensadas para retarnos con cada avance que hagamos en su críptica historia, reside una intención clara de crear una experiencia. Un oasis en el que refugiarse para olvidar el ruido de fuera, sin olvidar su carácter desafiante. Ambas premisas pueden parecer excluyentes pero no siempre lo son.

Con solo llegar a su menú principal, Nova: Cloudwalker’s Tale crea una atmósfera que invita a la tranquilidad, a no tener prisa alguna. Lo hace además de una forma orgánica, sin darnos cuenta. Parte de este logro lo tiene el arte que nos acompaña en todo momento pero también su banda sonora. Nos obliga -desde el primero momento- a desconectar, dejarnos llevar y presenciar cómo se va desplegando toda la creatividad que sus tres desarrolladores han querido imbuir en esta experiencia jugable.

La creación de este remanso de paz en el primer contacto hace mucho más fácil comprender el universo en el que se desarrolla Nova: Cloudwalker’s Tale. Su jugabilidad recoge el testigo nada más presionar el botón de “Comenzar”, dejándonos interactuar con el entorno. Únicamente podrás arrastrar nubes. La propuesta es sencilla pero funcional para plantear la base jugable. Es un concepto fácil de comprender e intuitivo pero con un mundo de posibilidades puestas a disposición de las mentes creativas que hay tras Racoon & Sheep.

Las nubes, nuestras mejores aliadas

Hablo de un mundo de posibilidades puesto que esta jugabilidad se verá transformada -tanto en dificultad como en mecánicas- a medida que nuestro protagonista (llamémosle “El Caminante”) recorra cada trozo de este intrincado universo recogiendo los fragmentos estelares de un árbol que ha estallado en mil pedazos, esparciendo pedazos de estrellas por toda la galaxia.

Racoon & Sheep ha decidido contarnos esta historia -necesaria para explorar el contexto de toda la obra- sin ningún tipo de diálogo o textos. Solo a través de los niveles narrativos y las cinemáticas que nos encontraremos entre universos, podremos comprender el motivo de nuestra aventura; una excusa para -nuevamente- poder desplegar la parte más artística de Dre Otero, mostrando su talento. Estas escenas son una auténtica delicia, lamentando no poder ver más cinemáticas que nos cuenten algunas de las particularidades del universo que se muestra ante nosotros.

Este viaje nos obliga sumergirnos junto a El Caminante en este universo casi onírico. Seremos parte esencial de su viaje, ayudándole a caminar entre las nubes para poder recuperar cada fragmento perdido. Nuestro único poder para conseguirlo será arrastrando las nubes que encontremos en cada nivel para crear un camino transitable, ayudando a nuestro protagonista a llegar hasta su objetivo.

Esta unión entre la narrativa y la jugabilidad es el punto de partida para que se vaya desgranando cada propuesta jugable, tomándose el tiempo necesario para que la relación jugador-mecánicas vaya cimentándose poco a poco.

En este aspecto, se nota el trabajo por crear una propuesta accesible. Los cuatro universos que conforman el juego van añadiendo mecánicas nuevas -uniéndose a las ya existentes- pero tomándose el tiempo necesario para que el jugador se adapte a una curva de dificultad creciente, respetando la única norma establecida desde el principio de la aventura: no podremos mover una nube si El Caminante está encima.

Evolucionar para continuar

Si en un principio solo tendremos que mover nubes para conseguir alcanzar nuestro objetivo, en el segundo mundo podremos juntar nubes blancas con nubes grises, formando una nueva nube en el punto en el que choquen. De cómo acerquemos estas nubes entre sí, dependerá la forma final de ambas. Una vez nos familiaricemos con esta mecánica, el tercer mundo aparecerá para traernos nubes frágiles -de un solo uso- elemento muy popular en muchos juegos del género de puzles e incluso de los plataformas, añadiendo variedad a las situaciones que tendemos ante nosotros.

Por último, las nubes con rayos nos harán complicarán un poco más si cabe nuestra aventura. No son un elemento de por si interactuable, todo lo contrario. Es un obstáculo que nos impedirá hacer movimientos a nuestro antojo y con los que tendremos que lidiar para poder cumplir nuestro objetivo.

Todo lo que tiene de relajante Nova: Cloudwalker’s Tale también lo tiene de desafiante. Aunque en ocasiones muchos de los niveles se pueden resolver con unos cuantos movimientos -teniendo una resolución intuitiva- la propuesta de Racoon & Sheep no deja de ponernos a prueba. El ensayo-error funciona en los primeros compases pero -a medida que avanzamos- si no tenemos un planteamiento previo en cada nivel, estamos abocados a reiniciarlo una y otra vez. Esto es una muestra inequívoca del buen planteamiento a nivel jugable con el que cuenta este juego de puzles.

Aunque la dificultad crece a medida que vamos pasando por cada universo, la sensación de relajación y desconexión no se desvanece. Reflexionando porque tengo esta sensación me doy cuenta de que el apartado sonoro que nos acompaña en todo el viaje tiene gran parte de la culpa.

No hablo solo de una banda sonora perfecta para desconectar -tranquila y relajada en cada momento- si no de todo cuanto rodea a su apartado sonoro, encajando perfectamente en el planteamiento del juego. Con cada universo que vistamos la melodía cambiará. Cada acción que hagamos durante el juego está acompañada de un sonido característico, reconocible a poco que juguemos. El sonido de los pasos o el de recoger una estrella se mimetizará con nuestras acciones, llegaremos a interiorizarlo anticipándonos al propio sonido y reforzando cada acción que hagamos durante cada nivel.

Nubes y puzles. La noche es joven.

Nova: Cloudwalker’s Tale no es un solo un juego de puzles. Cada apartado -por separado- lo hemos podido ver en multitud de propuestas. Sin embargo, el conjunto de cada una de ellas es lo que crea una experiencia única, adentrándose en un género que siempre tiene un hueco para nuevas propuestas. Racoon & Sheep explora su mecánica de una manera sencilla pero magistral. Lejos de quedarse en un juego más de entre los millones que habitan Steam, ha querido destacar, creando una experiencia a través de la superación, de compartir un viaje al que en primera instancia no habíamos sido invitados.

El talento de sus tres componentes da como resultado una obra con mimo, cariño y centrada en ofrecer una buena experiencia jugable. No es la primera vez que un juego nacido en el seno de una jam, da más de una alegría. Creo sinceramente que estamos ante uno de estos casos donde, de una premisa muy simple, han conseguido crear una experiencia completa.

No hace faltan grandes medios para contar grandes historias. Nova: Cloudwalker’s Tale es la muestra jugable de ello.

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Autor

Con un mando entre las manos desde el 92. Crecí con un dragón morado, un erizo azul y un fontanero que no se dedica a la fontanería. De mayor intenté comerme la tarta... pero era mentira.

Retarme a un duelo de insultos puede ser una decisión mortal. Y por si fuera poco, dirijo una isla de monos. De mayor quiero ser un gran pirata.

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