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Kolumno tiene un curioso nacimiento. Como cuenta David Ferriz – uno de los fundadores de Devilish Games – en su blog, todo surge de un encargo a un chico en prácticas, Alberto Gomez. Este trabajo consistía en “actualizar” un antiguo juego de la compañía llamado Zyl. La labor del chico debió de ser notable ya que decidieron continuar con el proyecto, acabarlo y lanzarlo al mercado. Es un producto que nace con unos objetivos y pretensiones mucho más modestas que otros proyectos de mayor complejidad del estudio, como Path to Mnemosyne. Kolumno no pretende acaparar los focos de atención, sólo postularse como una opción diferente y atractiva en el catálogo de puzles de Steam y plataformas móviles.
Simple sólo en apariencia.
La premisa de Kolumno es sencilla. Cuenta sólo con tres elementos de relevancia: una esfera, un cilindro y un agujero. La esfera se sitúa sobre el cilindro, que no deja de girar, y nuestro objetivo es hacerla caer al agujero. Pero claro, el cilindro cuenta con obstáculos que tendremos que evitar para que la bola no rebote y caiga fuera. Nuestra tarea será esperar y calcular el momento justo de lanzamiento.
Su simpleza conceptual contrasta con la dificultad del objetivo. Los primeros niveles los superaremos con relativa facilidad, pero no tardaremos en bloquearnos y ver nuestra bola rebotar una y otra vez. A medida que juguemos iremos desbloqueando hasta cuatro habilidades que serán de vital importancia para superar los cilindros. Podremos encoger la bola, paralizarla en el aire, aumentar la velocidad de caída y romper bloques. Será necesario dominar estos poderes y combinarlos entre sí para superar los 75 niveles que componen el juego.
Esta sencillez en sus mecánicas se refleja también en el aspecto técnico. Kolumno apuesta por un estilo minimalista, sobrio, con los elementos justos en pantalla, sin distracciones, colores o efectos sonoros innecesarios. Es preferible así, en este tipo de juegos los adornos ni son necesarios ni aportan contenido relevante. El jugador no pierde tiempo y puede focalizarse en resolver el puzle.
Más que un puzle, un juego de precisión.
Se ha clasificado a Kolumno en la categoría puzle, aunque su naturaleza es otra muy diferente. Quien llegue al juego buscando un rompecabezas que ponga sus neuronas a funcionar es probable que acabe decepcionado. Si bien Kolumno te obliga a reflexionar para ver cómo combinar los poderes para que la esfera llegue al agujero, es lo menos relevante de cada nivel. El componente puzle dura un par de intentos, pues es fácil descubrir qué hacer; lo complejo es hacerlo. Kolumno nos exige una precisión de cirujano en los movimientos – que suelen ser sólo 2 o 3 botones – para lograr el objetivo. Un píxel tarde y estamos perdidos. Un segundo antes de tiempo y erraremos en el tiro. Incluso si tenemos claro cómo completar el nivel, hacerlo nos puede acarrear un enorme número de intentos.
Kolumno es un juego de precisión. El reto que propone es el de desarrollar un timing de acción perfecto en cada movimiento. El problema radica en que acertar el momento exacto en que tienes que lanzar la bola o activar un determinado poder (o las dos cosas) es una cuestión de azar y no de habilidad. Percepción que se acentúa a medida que avanzamos. La experiencia acaba por transformarse en una cuestión de ensayo-error para nada gratificante. Incluso cuando suena la campana y superamos una fase, la sensación no es de satisfacción, sino de haber sufrido un golpe de suerte.
Estoy convencido de que habrá un público que disfrute Kolumno y aceptará de buena gana el desafío de reflejos sobrehumanos que ofrece, pero no es un juego que sea un reto intelectual o que ponga a prueba tu habilidad. Es un producto que yo aconsejaría para partidas rápidas, mientras tomas el metro, esperas el autobús o se cuece la pasta. Personalmente, no lo he disfrutado y he acabado frustrado en muchos niveles. Esperaba algo más parecido a un rompecabezas, con mayor profundidad en sus mecánicas y no este ejercicio de velocidad.
Conclusión.
Kolumno pretende ser un puzle, pero no pondrá a prueba nuestro cerebro. Es complejo por exigir una precisión imposible en los movimientos, haciendo algo frustrante la experiencia y dando la sensación de que superar los niveles es cuestión de probar y esperar a tener suerte. Si simplemente queremos pasar el rato, y dado su reducido precio – 1,99€ -, puede ser una opción a valorar.
Autor
Pese a mi continua obsesión con la literatura, los videojuegos y el deporte, logré acabar mis estudios de filología. Resido en Italia y adoro la pizza.