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Cuenta las peripecias de un niño que nunca quería dormir porque no sabía soñar. Una noche, leyendo un libro de cuentos, quedó por fin a dormir y comenzó a soñar. Pero tanto soñó que soñó que soñaba, y así quedó atrapado en el laberinto de los sueños, donde vive las más extraordinarias aventuras y desventuras.
La producción se puede ver como una película, con la particularidad de que es un enorme bucle sin final. Además, también se puede buscar una salida y, entonces, El laberinto de los sueños se convierte en una aventura enigmática, en la que cada persona puede alterar la estructura lineal de la historia y, por lo tanto, posibilita que cada uno experimente su propia versión del film.