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Suspiros y lamentos conmovieron al espíritu inquieto de Felipe, que saltando de la cama bajó hasta la bodega en la oscuridad, parándose de súbito, como si mil ojos se clavasen en él. Un suspiro suave apaciguó su corazón, por fin encontró el arsenal de sus sueños. Todos los siglos de su mente reflejados en objetos dispares y aquella luz dentro de la mazmorra. Se esforzó por tranquilizarse, abrió la puerta y una bocanada de aire fresco rodeó las botellas enmohecidas. ¡Si rescatas el Fantasma llevarás la tranquilidad a tu mansión!